Egipto y la Biblia

[Luis Marcos Núñez]

Tal vez algunas personas se sorprendan al saber que la Biblia habla mucho del Egipto de los faraones, incluso se mencionan los nombres de ciertos faraones según las épocas de que trate el relato. Por otro lado, no encontramos la misma correspondencia en los antiguos documentos egipcios, es como si para los antiguos egipcios Israel no hubiera existido o no hubiera estado nunca en Egipto. Extraño para una cultura que tanta documentación nos ha dejado ¿no? Y sin embargo, a través de un período tan dilatado de tiempo, alguien tiene que haber dejado algún dato en alguna parte.
Egipto tuvo una cultura magnífica que se mantuvo a un mismo nivel desde el principio hasta casi el final, eso a pesar de que el país de los faraones sufrió a lo largo de su historia diferentes invasiones la mayor parte de cuyos protagonistas terminaron por integrarse en el país. Egipto siempre era más fuerte al final. Pero viendo la negación que hicieron los historiadores egipcios de la presencia hebrea en suelo egipcio, no puedo por menos que pensar que aquella presencia israelita les tuvo que escocer más que todas las invasiones y conquistas extranjeras sufridas a lo largo de los siglos. ¿Por qué? ¿Por qué es tan explicita la Biblia, y por qué son tan parcos los egipcios (por no decir nulos totales) a la hora de hablar del antiguo Israel?
Algunos historiadores modernos y algunas obras de consulta dicen que el faraón del éxodo hebreo fue Ramsés II, tal vez han sido inducidos a tener esa idea por una cosa que han leído en la Biblia, esto: “ De modo que pusieron sobre ellos jefes de trabajos forzados con el propósito de oprimirlos mientras llevaban sus cargas; y ellos estuvieron edificando ciudades como lugares de depósito para Faraón, a saber, a Pitom y Raamsés”, Éxodo 1:11. No son pocos los que creen que esta nueva ciudad recibió el nombre del faraón que en esos instantes estaba reinando, pero ¿fue así?. No, no fue por esa razón.
En primer lugar, el escritor del Pentateuco que fue Moisés no menciona el nombre de un solo faraón de sus días, pero esto no ha de considerarse como una negligencia del escritor hebreo si no como algo muy normal para su tiempo. Pondré un ejemplo. El titular de cualquier periódico de hoy podría ser: “El Secretario General de las Naciones Unidas interviene para pacificar Oriente Medio”. ¿Necesitaran ustedes que yo les diga el nombre? Todo el mundo sabe que este señor se llama Ban Ki-moon y es de Corea, pero si simplemente dejamos la noticia de ese modo, cualquiera que la lea 300 años más tarde ¿qué pensara? Pues con Moisés sucedió otro tanto. Con que él se limitara a mencionar los sucesos, todo el mundo de su tiempo sabría de qué faraón se estaba hablando. Pero esto que para Moisés y sus contemporáneos era tan lógico, para los que vivimos en el siglo XXI nos ocasiona incontables problemas cronológicos, sí, porque se nos dificulta mucho encajar algún faraón con la historia bíblica, y sin embargo eso se puede hacer.
¿Qué tiene que ver el faraón Ramsés II con toda esta historia? Pues tiene que ver y mucho. Pero cuidado, Ramsés II ni fue el faraón que esclavizó por primera vez a los israelitas ni fue el faraón que protagonizó la parte egipcia del éxodo israelita. Casi todos piensan que el hebreo Moisés conoció solo a dos faraones, pero eso no es así si miramos atentamente el registro histórico de los antiguos hebreos, y eso es de ese modo por la pura fuerza de las matemáticas. Moisés conoció a tres faraones, Ramsés II solo sería el de en medio. Pero si admitimos que Ramsés II fue contemporáneo de Moisés, entonces nos vamos a encontrar con el serio problema de las fechas. Sí, porque mientras que la cronología de la Biblia sitúa el comienzo del éxodo hacia el año 1513 antes de Cristo, la cronología egipcia sitúa el reinado de Ramsés II hacia el año 1280 antes de Cristo, un desfase de más de 300 años. Una de dos: o la historia bíblica no tiene nada que ver con Ramsés II, o algo ha sucedido con las cronologías. Primero hablaremos de los faraones, luego pasaremos a considerar lo que puede haber sucedido con las cronologías.
No obstante, lo que a mi me ha servido para establecer una línea de faraones que encajen con la historia bíblica es, precisamente, el ultimo de estos tres faraones, el sucesor de Ramsés II que fue su decimotercer hijo llamado Menefta I. En Menefta I se dan la cantidad de circunstancias suficientes como para formar una base con cierta solidez, y a partir de aquí se puede retroceder con ciertas garantías hasta el faraón que nombró a José Primer Ministro de Egipto, que para mi no es otro que el propio Akenatón. Pero como ya dije antes, las fechas juegan una mala pasada y se crea la incertidumbre y, en algunos casos, las dudas.
¿Creen ustedes, amigos foristas, que este tema tiene suficiente interés como para proseguir con su consideración? ¿Podremos nosotros, que en su mayoría somos aficionados, aclarar algo que no han conseguido los llamados expertos? ¿Lo probamos?
Luís Marcos Núñez