En el reparto de los objetos de Amarna Borchardt había violado por lo menos tres normas:
- el 'partage' no se realizó en el lugar establecido
- la descripción del objeto en el inventario era fraudulenta
- y no dio a conocerlo en ninguna publicación científica.
Oculta a petición de Borchardt, que temía las posibles reclamaciones egipcias, la escultura decoró durante varios años la casa de James Henry Simón. El mecenas acabó donándola al
Museo Egipcio de Berlín, que decidió exhibirla en 1924 cuando la moda egipcia desencadenada por el hallazgo de la tumba de Tutankamón estaba en pleno apogeo.
Como era de esperar, Egipto exigió su devolución inmediata y amenazó con no permitir a los arqueólogos alemanes excavar en el país. Se inició así un tira y afloja que todavía se mantiene y sin visos de solución, en el que llegó a intervenir el mismísimo Adolf Hitler. Cuando el mariscal Göring se mostró dispuesto a devolver la estatua como regalo al rey Fuad I, el Führer se negó y afirmó su intención de que la pieza presidiera la sala central del gran
museo de Germania, la nueva y megalómana capital de Alemania proyectada por Albert Speer. El busto de Nefertiti pasó el final de la Segunda Guerra Mundial escondido en una mina de sal a 500 metros de profundidad.
La publicación en 2009 en 'Der Spiegel' del contenido del documento con las notas de Bruno Guterbock, que demuestra que Borchardt trampeó el 'partage' porque "
quería que el busto se quedara con nosotros", reavivó la polémica. Zahi Hawass, entonces secretario general del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, exigió a las autoridades alemanas que se le enviara una copia del texto de Guterbock. "
Si es auténtico, trabajaremos con todas nuestras fuerzas para que nos devuelvan la estatua. Esta vez hablo muy en serio", añadió con su conocida vehemencia. "
Si no, los museos alemanes lo van a pasar muy mal".
Las autoridades alemanas han alegado todo un abanico de argumentos para rechazar la devolución e incluso el préstamo temporal a Egipto de la escultura. Desde razones de conservación que impedirían su traslado (a pesar de que haya sido desplazada por lo menos en ocho ocasiones, la última vez al Neues Museum en 2009), hasta que la propiedad está en regla porque fue la donación regular del anterior dueño (Simón, no Egipto). Han rechazado incluso la fórmula conciliadora, propuesta desde Egipto, de que se reconozca la propiedad egipcia, pero se mantenga el depósito de la pieza en Berlín. En la inauguración de la exposición del centenario del descubrimiento, Bernd Neumann, ministro germano de cultura, ofreció una interpretación feliz de la situación: "¿
A quién pertenece Nefertiti? A todos nosotros. Ella es parte del patrimonio mundial".
(Texto e imágenes
La fuga de Nefertiti . El Correo)