Al llegar a Asuán hemos dado un paseo entre las ruinas de la ciudad, que corona un promontorio en posición dominante sobre el río. Todo lo que queda de ella es alguna muralla de ladrillo, por lo cual, después de hacer un dibujo de este tramo del Nilo, lo he cruzado para ir a la isla Elefantina. Aquí no he encontrado ningún rastro de los antiguos templos, salvo escasas columnas y montones de escombros. Sin embargo he visto una estatua solitaria, y al examinar las murallas próximas a la corriente, he descubierto que están cubiertas de jeroglíficos.