Hasta ahora, el aporte alude a cuáles fueron algunos de los primeros puntos básicos de la Civilización egipcia:
Grandes acontecimientos geológicos, producto de su continúa morfología evolutiva interna, transforman la superficie terrestre, el comportamiento atmosférico y las condiciones de vida vegetal, animal y del ser humano.
Y esas mismas evoluciones, empujan la fauna y grandes poblaciones del extenso Sáhara oriental (Libia, Egipto y Sudán) hasta la cuenca del Nilo, el más estable y regular caudal de agua.
Los asentamientos se dispersan por sus amplias riberas, los grupos humanos se concentran masivamente en núcleos, pueblos y grandes aldeas, siempre alrededor del más 'fuerte' entre sus congéneres.
La regularidad del río, la estabilidad del clima y la generosa manutención natural, incrementa la demografía y facilita manifestar otras inquietudes: permite pensar en 'organizarse' más humanamente a como lo fue sobre la sabana africana.
Y en muy pocas generaciones, unos asentamientos impondrán su supremacía sobre otros cercanos de la misma región.
Es la conquista, 'la caza del hombre por el hombre', que facilita súbditos, desposeídos de su libre albedrío, dominados como individuos sometidos, casi esclavos.
Con el tiempo, los dominios de los más audaces/violentos caudillos, se enfrentan entre sí.
Los más fuertes, se imponen, apropian y atribuyen de la más suprema potestad: la decisión de mantener con vida o ejecutar a quién no se someta.
En muy pocos cientos de años, primero Norte y Sur -por separado- y sucesivamente después todo Kemet, estará sujeto y acaudillado por una sola persona: el 'nesw', el señor.
Aunque sin embargo, algunos asentamientos persistirán en no someterse, confiando en retomar su poder territorial.
Recuperar su poder tribal, usurpado por los 'extraños', volverá a provocar dolor y muerte entre proto-egipcios; y una vez más, serán sometidos de nuevo, repetidamente.
El tránsito temporal hasta la pacificación total entre territorios no será inmediato, se postergará hasta las primeras dinastías.
Aún habrán contiendas, masacres y disputas, pero cesarán ante la actitud integradora del 'Horus' y de su relato, propaganda/religión, cada vez más extendida y efectiva.
Hasta tiempos anteriores, las 'creencias' predinasticas del egipcio neolítico, se rigen desde los fundamentos 'ánimistas': advierten la presencia y esencia de poderes superiores, en el comportamiento de los elementos, animados e inanimados, de su entorno.
El egipcio predinastico, los invoca, otorga y reconoce de 'alma', poderes vitales, mágicos y milagrosos.
El hombre del Neolítico, nómada, pastor-ganadero, cazador, cree y confía que ilustrando las paredes con pigmentos, moldeando con arcilla, esculpiendo o grabando piedras, huesos y colmillos, con las imágenes de aquello que se pretende, se alcanza cierta posibilidad de conseguirlo .
A 'grosso modo': representar la figura identificativa de aquello que se desea obtener, o asemejarse a sus cualidades, les aproxima a conseguir su obtención.
Por ejemplo: tallar ídolos propicios como el de la fertilidad (el cuerpo femenino) facilita la pro-creación, la gestación.
A los amuletos y 'fetiches' , se les depara idénticas facultades.
Pero esas 'creencias' transcurrirán evolutivamente, al unísono que el recién dominio del rey/soberano, hasta converger con el mito de Osiris y Seth.
Un relato que se impone desde NEKEN (Hierakompolis), la 'Ciudad del Halcón' Horus.
Cuyo signo jeroglífico representativo es el 'serej': una forma rectangular, subdividido con trazos lineales, que incluye el nombre del rey y sobre el que se posa el 'Horus', como si fuese un trono.
El 'serej' simboliza la amplitud del dominio, todo cuanto abarca sobre volando el Horus. Y se posa sobre el nombre de su designado heredero, otorgándole la legitimidad 'divina' de su cargo.
( El 'serej' será reemplazado posteriormente por el 'cartucho' faraónico.
No obstante, su imagen transformada pasará a simbolizarse, durante milenios, con la fisonomía exterior de edificios palaciegos y las ceremoniales 'puertas' de 'acceso' al más allá, en mastabas y sarcófagos. )
Religión, lenguaje, Ley, todo conforma la nueva 'verdad' del Kemet unificado bajo un único rey/faraón.
En adelante, todos los súbditos tendrán que adaptarse a ese concepto religioso compartido, de pertenencia a 'Algo' más trascendente y superior: un 'creador/arquitecto' que considera a cada uno de ellos, como a sus criaturas preferentes. La liturgia religiosa les aporta un sentimiento de crecimiento ( en lo personal), cohesión social e identidad colectiva.
Paulatinamente, todos parecen comprender/asimilar que, ceder en su propia autonomía y/o renunciar a cotas de individualismo, favorece la satisfacción conjunta de su comunidad, de su propia familia.
El cese de hostilidades y muertes, tras décadas de enfrentamientos, otorga a la cotidianidad humana, la seguridad, la confianza y el bienestar.
La 'Tierra Negra' evolucionará felizmente en la fundación de la gloriosa antigua civilización faraónica, merced al empeño de miles y miles de almas.
Almas que obedecen y confían en los designios de un sólo hombre, sobre-dimensionado, coronado, que escucha e interpreta los designios de los dioses.
Un sólo hombre que aún no asimila, que el gran dominio que procura en herencia a su propio hijo, corre peligro. Que su poder 'divino' se sustenta también, en la prosperidad de sus súbditos, en re-distribuir la riqueza, en no acaparar hasta lo excesivo.
La ambición perturba y el espíritu se corrompe. Y sí el poder del 'Nesw' se torna abusivo, el equilibrio entre lo qué aporta y lo qué reporta, se rompe.
Entonces al soberano se le deja de escuchar y es condenado/derrocado/abatido.
Y cuando algo así sucede: la religión
ayuda a imponer y re conducir, el control de la voluntad de las masas. A la 'elite': los dioses respaldan.
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Época Predinastica.
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