Todo delito que ha sido llevado a los tribunales ha requerido, y así seguirá siendo, de pruebas internas y externas para poder ser juzgado. Las ideas preconcebidas no sirven, porque entonces ya no se es objetivo, ¿estamos de acuerdo? Si yo estoy a favor de las fuentes bíblicas como modo de averiguar la historia es porque hay pruebas internas y externas que me apoyan. Dicen en mi país que un garbanzo no hace cocido, hacen falta unos cuantos, además de otros ingredientes. Una sola prueba arqueológica que coincidiera con algo de lo que dice la Biblia no tendría absolutamente ningún valor, ninguno, pero ¿qué hay cuando se va sumando una prueba detrás de otra?
Ya hemos visto de qué modo habla la Biblia cuando nombra a varios faraones por nombre, no esconde las derrotas ni las humillaciones, al contrario de lo que hacen los registros de otros imperios antiguos incluido Egipto. Pero quisiera invitaros a que veáis de qué modo trata la información la Biblia cuando se trata de la siguiente potencia en la historia de la humanidad: Asiria.
Hay quienes opinan que la Biblia solo es una recopilación de cuentos, de historietas magnificadas con base inexistente, ¿es esto lo que pensáis? Lo piensan muchas personas, y libres son de hacerlo. En el año 2002, antes de que estallase la guerra de Irak, el Dr. Dan Cruikshank estuvo de visita en territorio iraquí y dijo lo siguiente delante de las cámaras de la BBC: “Cerca de Mosul se encuentran las extensas ruinas de la ciudad de NINIVE (antigua capital asiria), la cual, al igual que NINRUD, fue excavada frenéticamente por arqueólogos británicos a partir del año 1840. La exploración de estas localidades asirias significó todo un descubrimiento: el hallazgo de una civilización perdida, casi mítica, conocida tan solo por las breves, enigmáticas, y nada halagüeñas descripciones de la Biblia.” ¿Sabéis que cuando la Biblia era el único documento que hablaba de Asiria, los críticos decían que ella estaba equivocada y que mentía, porque hasta entonces no había aparecido ninguna evidencia arqueológica que señalase a Asiria? Hoy el imperio Asirio es casi uno de los mejor conocidos de la antigüedad, con lo que el registro bíblico se ha reivindicado en este aspecto. Pero ¿qué dice la Biblia sobre Asiria?
En el libro bíblico de Jonás 3:3 se dice lo siguiente: “… Ahora bien, resultaba que Nínive (capital asiria) misma era una ciudad grande…, con distancia de tres días de camino.” ¿Una ciudad con un perímetro que se tardaba tres días en recorrer? ¿Es creíble la afirmación bíblica de que en la antigüedad existiera una ciudad tan grande? ¿Un perímetro de entre 90 y 115 kilómetros? El historiador griego Diodoro de Sículo dijo que el exterior de la ciudad sumaban 480 estadios, y esto son 96 kilómetros de circunferencia. ¿Qué ha demostrado la arqueología, que la Biblia exageraba o no?
Fue a partir del año 1840 en que el famoso arqueólogo Layard inició sus excavaciones en cuatro montículos equidistantes llamados Ninrud (Cálah), Quyunjik (Nínive), Jorsabad y Karamles. Se comprobó que las distancias entre estos diferentes montículos sumaban los 480 estadios de que hablaba Sículo y los tres días de camino de que habla la Biblia. Hoy se habla con la mayor normalidad del “gran Londres”, el cual incluye la ciudad misma y todos sus suburbios. Por lo tanto, Nínive no era un único punto de ciudadanos sino un núcleo con todos sus suburbios. La Biblia no exageraba.
La época del rey Jehú de Israel (904-877 a.C.) fue muy turbulenta militarmente hablando, y coincidió con el auge de Asiria. Toda la evidencia interna de la Biblia permite pensar que este rey israelita estaba sometido a vasallaje para con Asiria. Y en este detalle contamos con el importante testimonio del rey asirio Salmanasar II, el cual dejó por escrito en su famoso “Obelisco Negro” (actualmente en el
Museo Británico) constancia de que el rey Jehú en persona o un enviado allegado le estaban pagando tributos a Salmanasar. Y durante las excavaciones arqueológicas de la ciudad de Cálah se encontraron los archivos del rey asirio Tiglat-Pileser. Una de las tablillas dice lo siguiente: “Recibí tributo de Menahem de Samaria”. Samaria era la capital de Israel y Menahem un rey israelita. La Biblia también informa de este detalle de sometimiento, 2ª Reyes 15:19,20. En el
Museo Británico todo el mundo puede contemplar el no menos famoso “Prisma de Senaquerib”. ¿Y qué dice este documento asirio? Dice esto: “ En cuanto a Ezequías, el judío, él no se sometió a mi yugo, puse sitio a 46 de sus ciudades fuertes, fortines murados e innumerables aldehuelas de su vecindad, y las conquisté.” Esta exitosa campaña militar asiria contra Judá también es mencionada en la Biblia, en 2ª Reyes 18:14-16. ¿Por qué la pusieron por escrito los escribas judíos? ¿No hubiera sido más balsámico ignorarla?
Y podríamos mencionar algunos detalles más que demuestran que los autores bíblicos no ocultaron absolutamente nada, ni siquiera los aspectos más negativos de su historia. ¿Cómo osamos, pues, decir que la Biblia fue una recopilación de historias inventadas y magnificadas escritas tardíamente para dignificar el origen del pueblo de Israel? Los registros históricos de otras civilizaciones de la antigüedad corroboran, no desmienten, lo que la Biblia dice. La siguiente civilización de la que hablaré, y que reivindica la historicidad de la Biblia es: Babilonia.