Yo había pasado 4 días en Sharm sin parar de toser tanto de día como de noche, o sea, dormía no llega a 10 minutos seguidos con lo cual iba zombi y con el cuerpo destrozado. Como tenía la nariz tapada tenía q respirar con la boca, y claro, se secaba q no podía ni tragar la saliva. Al final no pude más y me tuve q quedar en uno de los "baretos" q hay subiendo. Febrero. Un frío q te cagas, con perdón, (de hecho estábamos a bajo cero). Un viento, fuerte y congelado q ni os cuento Eso sí, iba hipermegapreparada: plumífero, gorro, guantes, jerseys (varios); resumiendo, menos el pijama y el bikini llevaba toda la ropa encima. Pero como si nada. Mi amiga no me quería "abandonar" pero le dije q se fuera; quería q bajara con gente q iba de regreso al monasterio,pero le dije q no, q me quedaba allí resguardada. ¿Resguardada he dicho? Sí, eso parecía. Mi compañía era una profe con varios alumnos quinceañeros y el del "bareto" Para quien no haya estado contaré q es como un quiosco y un cuadradito de piedra con sólo tres paredes y bancos de piedra a lo largo,además de en la parte q no hay pared. Los chicos,portándose como lo q eran y de lo que iban, o sea,quinceañeros de excursión, es decir, insoportables. Por fín se fueron y allí me quedé sola con el del bareto. De repente,empieza a cerrar el kiosco, y nunca mejor dicho, y me dice q me puedo quedar allí. Se mete en él, y allí me quedo yo más sola q la una y temblando de frío. Los q habéis estado sabéis lo q es aquéllo. Ni una persona, ni un animal, ni un ruido, sólo yo, el viento, las montañas y el cielo, casi sin luna...o sea, !apenas se veía nada! Soledad. Nunca he estado tan sola ni me he sentido tan sola. Parecía la única persona viva en el universo. Ya no bajaba nadie. Viento, frío, soledad... Absorta en la naturaleza, dándome cuenta de que realmente no soy nada, ni del tamaño de la punta de un alfiler entre aquellas montañas y de repente...un ruido casi al lado y a dos metros como mucho varios beduinos con sus camellos q volvían de dejar a la gente arriba. ¿Cómo pueden ser tan silenciosos bajando por las piedras? Me miraban y seguían su camino en fila, en silencio, para no molestar a la Madre Naturaleza.
Viento, frío, soledad...Las piedras grandes q estaban encima de la manta q cubría el banco se volaban y caían al suelo; yo en una esquina acurrucada, en posición fetal para calentarme, pero nada. Y soledad...mucha soledad. Recuerdo q en las horas q estuve allí, agudizando la vista para intentar ver algo vivo sólo se movió una bolsa de plástico q salió volando de no se sabe dónde. Si no hubiera sido por eso y por el viento habría pensado q estaba, como en una película de ciencia ficción, mirando, desde dentro, un cuadro de un paisaje, pero !qué paisaje más impresionante! La Naturaleza y yo, sólo yo, no existe nadie más. De repente, un crujido, la puerta q se abre, sale un hombre, no el de antes, !hay dos! !Y yo sola! Me acurruco más, como para q no me vea. Sale con su alfombra de rezar, la extiende en el suelo delante mío y se pone a rezar; acaba y se mete otra vez sin ni siquiera mirarme. Y el viento seguía, y el frío...Miraba las estrellas, inmóviles ,ninguna señal del amanecer. !Lo que habría dado por alguna bebida caliente! !Y por que amaneciera ya! Estaba en la Montaña Sagrada y rezaba, sí, no paraba de repetir como un mantra, Dios mío, q amanezca ya, Dios mío, q amanezca ya. Y de repente parecía q el cielo ya no era tan negro, y a los minutos ya se dibujaba el camino...y esa fue mi señal de partida. A duras penas conseguía ver por dónde iba pero tenía q subir, q subir, llegar a lo más alto posible para ver el amanecer. !El amanecer! !Qué rápido! Todo lo lento q habían pasado esas horas era de rápido el amanecer...Tengo que llegar, tengo q llegar! Si impresionante era por la noche por el día, no hay palabras. Había hecho bien en quedarme, había valido la pena...Pero cada vez hay más luz, y más , y más... Ya veo la cima de las montañas, el monasterio es aquella cosita pequeña q está allá abajo... !Qué paisaje! La Naturaleza, con mayúscula,sí. Y yo no soy nada...Sí, sí soy, también soy parte de la Naturaleza, también soy obra de Dios.
Ya veo a gente en la cima, pero no llego...me falta la parte de los escalones, no importa. Ya aparece el sol por detrás de las montañas, ya sale, ya sale, ahí está... Hago mil fotos con mis retinas para q no se borren nunca, muchas menos con mi cámara...de las grandes, de las de siempre. Sigo sin palabras. Empiezo el descenso lentamente,fijándome en cada roca, en todos los colores y formas diferentes q tenen. De una de las casetas q había pasado casi a oscuras sale un beduino con su galabeia y se despereza con los brazos abiertos; en el momento q los tiene más extendidos me ve y se le corta el "desperece". Me mira sorprendido y más aún, y sonrie ,cuando le doy los buenos días en árabe. A la derecha del camino, enfrente de él levanta la cabeza un camello; había pasado a su lado cuando subí y no lo había visto. también me mira y me enseña su enorme dentadura ¿me estará sonriendo? Le hago una foto para la posteridad. Sigo bajando y al momento oigo voces y risas detrás mío...Miro y de la cabañita de donde había salido el beduino no paraban de salir japonesas...vale q son bajitas pero ¿cómo han cabido tantas en un sitio tan pequeño? Sigo bajando tranquilamente,algunos de los q habían llegado arriba,bien pertrechados para la subida con botas y demás, m eadelantan. Voy haciendo fotos a cuantas piedras y montañas tengo al alcance...y son muchas. Al final llego al monasterio, !hay estufas! Pero ¿cómo voy a estar dentro, en un café, por muy caliente q se esté, teniendo ese paisaje a fuera...? Busco un sitio al sol, cojo una silla, de las de plástico típicas de jardín y busco el reoso para protegerme del viento: imposible. Todas las sillas salen volando. No importa. Conmigo encima la mía no volará...
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