Dos cronologías enfrentadas
Aquí tenemos dos cronologías enfrentadas: por un lado tenemos la cronología egipcia, que dice que el faraón Ramsés II reinó hacia el año 1280 antes de Cristo, y del que se sospecha que fue contemporáneo del bíblico Moisés; y por otro lado tenemos la cronología de la Biblia, que dice que el éxodo dirigido por Moisés aconteció hacia el año 1513 antes de Cristo. Pero si Moisés y Ramsés II fueron, probablemente, contemporáneos, ¿cómo es que entre ambos hombres median unos 233 años de distancia?
Creo, corríjanme si estoy equivocado, que hemos contabilizado 30 dinastías de faraones ¿no es cierto? ¿Cómo se han ordenado y organizado esas 30 dinastías reales de Egipto? Uno de los documentos utilizados es la fragmentada piedra de Palermo, que al parecer solo registra las primeras cinco dinastías de la historia; el siguiente documento utilizado fue el papiro de Turín, que tampoco se conserva íntegro; luego se han usado las listas reales de un templo de Abidos, en cuyas listas se han omitido claramente los nombres de algunos faraones; y por último, todas esas partes de fuentes informativas se han puesto “en hora,” con la ayuda de los escritos de un sacerdote y escriba egipcio del siglo III antes de Cristo llamado Manetón. Los modernos historiadores pasaron a limpio toda esa información, y el resultado son las 30 dinastías que actualmente conocemos. Pero ¿cuán seguros podemos estar de que son correctas esas 30 dinastías que conocemos?
Quizás sería bueno conocer un poco al hombre cuyo trabajo ha permitido organizar esas 30 dinastías de reyes que ahora conocemos, Manetón, pero lo cierto es que es muy poco lo que podemos saber sobre él. Eso sí, sabemos que era sacerdote y escriba. ¿Cuánta influencia ejercerían sobre su trabajo estas dos facetas? Todos sentimos amor propio por nosotros mismos o por algo que tenga que ver con nosotros, y seguramente nos duele cuando alguien menosprecia o rebaja aquello que tan directamente nos toca, eso es lo que le sucedió a nuestro hombre.
Ustedes conocerán que el faraón Ptolomeo II, hacia el año 280 antes de Cristo, impulsó a la nutrida colonia judía de Alejandría para que escribieran su propia historia, y lo hicieron en el idioma griego, que era el idioma internacional de aquellos días. Esta obra se conoce actualmente con el nombre de Septuaginta o de Los LXX, y no es otra cosa que la Biblia que todos tenemos en nuestras manos hoy. Posiblemente, un ejemplar de dicha obra se colocó en los anaqueles de la famosa Biblioteca de la ciudad, eso quería decir que todo el mundo la podría consultar de desearlo. Entra dentro de lo razonable que el propio Manetón leyera esta obra o parte de ella. Una parte de la historia escrita por los judíos tenía que ver con aquella época en que el pueblo israelita estuvo en esclavitud en Egipto, y aquí se incluían las famosas 10 plagas y la destrucción del ejército faraónico en el mar Rojo. No obstante, lo que más pudo haber dolido a un egipcio que, además, era sacerdote, es aquella parte que presentaba toda la cuestión como un enfrentamiento religioso, como una guerra entre dioses (ver Éxodo 12:12).
Quiso la Historia que Ptolomeo II también le encargara a Manetón la escritura de una historia de Egipto. ¿Aprovecharía, un hombre herido en su amor propio, aquella oportunidad única para contar su propia versión de los hechos, una versión que restaurase el honor y el orgullo mancillado hacia mucho tiempo atrás? No podemos honestamente descartar esta posibilidad en nuestro siglo XXI. Si Manetón se permitió algunas licencias en cuanto a su relato de lo que había sucedido 1500 años atrás, ¿a quién le podía importar ya? ¿Quién se hubiera atrevido a refutar a todo un sacerdote de Egipto? En cuanto a lo que escribiera Manetón, siempre sería la palabra egipcia contra la palabra israelita. Esto explicaría que nuestro hombre no mencione para nada a los antiguos esclavos hebreos. Simplemente los ignora en su obra, o tal vez sí que los nombre pero bajo otra apariencia. Por las mismas razones aquí explicadas, ¿sería capaz el sacerdote Manetón de alterar el orden cronológico de algunas dinastías de faraones, con el fin de alejar artificialmente al mejor de los faraones de la peor desgracia sufrida por el pueblo egipcio con el pueblo de Israel por en medio? Yo no puedo saber si Manetón hizo esto, pero teniendo en cuenta que los mismos egipcios ya habían registrado alguna gran argucia histórica (la estela funeraria de Menefta decía que Israel había sido exterminado), no puedo descartar que ahora Manetón se viera imperativamente impulsado a registrar otra argucia más, ¿puede alguien descartar que Manetón no repitiera otra argucia histórica?
Claro, hay muchas personas que cuando comparamos la historia egipcia con la historia hebrea, esto les produce el mismo efecto que un arañar de unas sobre una pizarra, y entonces dicen que si los cronistas egipcios se tomaron licencias a la hora de escribir historia, los escribas judíos también. Bueno, veamos un poco del otro lado.
El período de los Jueces de la Biblia abarcó desde la conquista de Canaán por los israelitas en 1.450 antes de Cristo hasta el año 1.120 a.C. Y si aceptamos que el faraón Ramsés II atravesó Canaán para pelear contra los hititas en Qadesh, lo cual sucedió más o menos hacia el año 1280 a.C., eso quiere decir que Ramsés II cruzó por el Canaán bajo dominio de los jueces de la Biblia ¿no es cierto? Sin embargo, la historia escrita de Israel no registra el paso por en medio de Israel de un faraón durante los más de 300 años que duró el período de los Jueces, ¿por qué no? ¿Acaso fue antes del período de los Jueces de Israel que Ramsés II atravesó una tierra que los egipcios todavía consideraban como suya?
Cualquier lector podrá dudar de la integridad de los escribas judíos a la hora de registrar su propia historia. “¿Cómo van a ser diferentes de los demás?”, puede pensar alguien. Todos ustedes saben que los antiguos escribas egipcios, los de los demás imperios circuncidantes también, solían ser muy exagerados al contar su historia, y normalmente los hechos desgraciados eran omitidos olímpicamente. Todo lo que se registraba eran las victorias, no las derrotas.
Los escritores bíblicos no registraron el paso por en medio de Israel de Ramsés II porque seguramente éste no cruzó Canaán cuando la cronología egipcia nos dice que sí lo hizo. Ramsés II, efectivamente, atravesó Canaán con sus ejércitos, pero eso tuvo que ser antes de que Israel conquistara Canaán, no durante o después. Si Israel ya hubiera estado establecido en Canaán, ¿no hubiera aprovechado Ramsés II para someter nuevamente a los hebreos? Nada de esto se registra en la Biblia. En cambio, sí que se habla de otros dos faraones que volvieron a invadir la tierra de Israel, los sometieron y les cobraron fuertes tributos. La primera de estas ocasiones fue en el año 993 antes de Cristo, y el faraón era Sisaq (Sensoq I). Los escribas judíos registraron con todo detalle la humillante derrota infringida por los egipcios (2ª Crónicas 12:2-9), y en los muros de un templo de Karnac se registra el mismo acontecimiento. La segunda “invasión” de un faraón fue en el año 628 a.C., y el faraón protagonista era Neko. Neko guerreó contra los judíos y los sometió, mató en batalla al rey judío Josías y les cobró fuertes tributos, y todo esto lo registraron sin recortes los escribas judíos, 2ª Crónicas 35:20-27 y 35:1-4. Así que a un servidor le resulta creíble la omisión del paso de Ramsés II por en medio de Israel, simplemente porque ese viaje militar ocurrió antes de que Israel se estableciera en Canaán, y cuando el viaje de Ramsés II se realizó, los israelitas no tenían ninguna historia que escribir por la sencilla razón de que en Canaán no había todavía ningún israelita.
Dicho todo esto, volvamos con Manetón. No son pocos los historiadores modernos que creen ver cosas extrañas en los escritos de Manetón y en el arreglo dinástico que él hizo, así y todo lo siguen tomando como referencia, ¿por qué? Teniendo en cuenta que el sacerdote Manetón pudiera haberse sentido profundamente herido por la historia que los judíos habían escrito, y queriendo salvaguardar la gloria del gran Ramsés II, vamos a suponer que él hizo lo siguiente: sacó artificialmente de su verdadero nicho cronológico a casi todos los faraones de las dinastías XVIII y XIX y los adelantó, con lo cual explicaríamos que Ramsés II estuviera reinando en pleno período de los Jueces bíblicos de forma extraña. Al adelantar cronológicamente a estas dinastías, todos los demás faraones que venían detrás, que eran los que pertenecían a la época después del éxodo, y por lo tanto a la decadencia egipcia que se produjo a continuación, faraones efímeros y desconocidos, todos estos varios faraones pasaron adelante ocupando un nicho cronológico que no era el suyo, y esto ya sería hacia los años 1730 antes de Cristo. Curiosamente ese año, que coincide plenamente con la cronología bíblica, es el año en que Israel entró en Egipto por primera vez, y según los historiadores es la época de los famosos hicsos. Este fue un período que los historiadores califican como confuso y extraño.
Bueno, aquí tienen un tema para que ustedes den su opinión y para debatir un poco más si lo creen conveniente. Mi siguiente aportación tendrá que ver con el épico viaje de 40 años por el desierto que realizaron los israelitas como parte del éxodo. ¿Fue el Sinaí la montaña en donde Moisés recibió Los 10 Mandamientos? ¿Por qué les está costando tanto a los arqueólogos encontrar rastros de aquel viaje?. Gracias.
Luís Marcos Núñez
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