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  #1  
Antiguo 23-08-2010, 14:24:38
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DafneDirie DafneDirie is offline Femenino
Avistando Sais...
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Predeterminado Ya Estamos de Vuelta. Os Contamos en un Pequeño Diario Qué Tal Ha Ido por Kemet.

Bueno, ya de vuelta os dejo algunas notas de nuestro viaje por Egipto. El diario lo ha escrito mi compañero, y con su permiso os lo dejo aquí para que lo disfrutéis:

Todos sabemos como empiezan este tipo de viajes, con largas esperas en los aeropuertos. Las agencias suelen contratar vuelos fijos que llegan a El Cairo a la hora de la cena y regresan a Madrid el último día a primera hora de la mañana. Resultado: dos dí...as de tus vacaciones perdidos. Por lo tanto, decidimos contratar nosotros mismos el vuelo, alargando el trayecto al hacer escala en Roma, y consecuentemente la espera y el tiempo de vuelo, pero saliendo a las 6 de la mañana, con lo que aterrizamos en la capital de Egipto cerca de las 17h. Entre visados, controles, llegar al hotel (El Cairo es inmenso y las distancias no son tan cortas como parecen) y solucionar otros asuntos, se nos hizo de noche (allí anochece antes) y decidimos visitar el zoco turístico más famoso del país.

Entre el viaje al hotel y el que hicimos de ida y vuelta a Khan El Khalili, tuvimos nuestro primer contacto con el tráfico de la ciudad y la forma de conducir de los egipcios, dónde todo lo que pudierais aprender en la autoescuela pierde su sentido allí. Ni semáforos, ni rotondas, ni cedas, ni limitaciones son respetadas, cada uno pasa por donde puede y cuando puede. 20 millones de personas en una sola ciudad pueden provocar auténticas batallas sobre el asfalto para abrirse camino hacia su destino, por suerte, los viernes y sábados son fiesta en Egipto y no había tantos problemas. Lo peor aún estaba por descubrir en días venideros.

Tras dejar de lado el miedo a la colisión, vagamos por las estrechas calles del mercado, conociendo a su gente y su intensa forma de llamar tu atención para vender (aunque también esto nos ofreció momentos muy divertidos). Compramos nuestros primeros souvenirs (pulseritas de escarabajo para todos, seña de identidad del grupo xD) y elegimos un restaurante en el que saborear la especiada comida egipcia por primera vez: el Naguib Mahfuz. La experiencia fue muy gratificante, el Kebab que hacen allí no se parece en nada a lo que comemos en España, probablemente de la mejor carne que he probado, y conocimos otras delicias de su cocina (tahina, baba ghanoush, tabbouleh, falafel...). Eso si, allí no os molesteis en buscar lugares donde sirvan cerveza con alcohol, son muy pocos y generalmente no está muy fría, pero los zumos naturales son una buena elección y os sorprenderán.

Una vez saciados (quizá demasiado) y después de recorrer un par de calles más entre las luces de los puestos, tocaba volver al hotel para descansar, hay mucho que ver y debe verse pronto para evitar el calor todo lo posible (y el horario de apertura termina sobre las 16h en la mayoría de monumentos). Al día siguiente nos esperaba el primer encuentro con el legado faraónico que Egipto nos ofrece.
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  #2  
Antiguo 23-08-2010, 14:32:23
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Predeterminado

DafneDirie...!! Bienvenida de nuevo!

Empezaste muy bien con el relato, pero ya quiero que continues!! jejeje.. Me parece muy bien lo de saborear la comida tradicional, y perderte por las calles del zoco.. Tiene que ser muy especial no?

Otra cosa, para el relato..¿tenés fotitos? jejejej. Si necesitás ayuda decime que lo intentamos juntas, es más fácil de lo que parece.

¡Saludos!
__________________
"Mi rostro se quita el velo, mi corazón está en su justo lugar.."
  #3  
Antiguo 23-08-2010, 15:23:53
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DafneDirie DafneDirie is offline Femenino
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Predeterminado

Hola Yamila,

En cuanto llegue a casa intento colgar algunas de las fotografías que tomamos. ¡Me alegro de que te guste el diario!
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  #4  
Antiguo 25-08-2010, 11:57:55
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Predeterminado Día 2. Menfis, Dahshur y Saqqara. Derviches.

Bueno, sigo posteando el diario que está escribiendo mi compañero. Espero que os guste. En cuanto pueda pondré alguna fotografía.

Si vuestra idea para las vacaciones es relajaros mucho, es más que probable que Egipto no sea el destino más adecuado. Al ruido y calor de El Cairo, debemos añadir que la hora media para levantarse cada mañana se encuentra entre las 6 y las 7. No es una oblig...ación hacerlo así, pero entonces prepararos para pasar aún más calor y perderos algunas cosas al no disponer de tiempo para visitarlas. No es tampoco un sacrificio, uno se acostumbra rápido y, además, se dispone de casi toda la tarde para descansar.

Este segundo día, pretendía ser un análisis cronológico de la historia de las pirámides y su construcción, pero nuestro guía Ayman nos transmitió la idea de dejar lo mejor para el final y estuvimos de acuerdo. Así pues, alrededor de las 9 (los primeros días siempre hay imprevistos que te retrasan), conducidos por el cauto (para ser egipcio) Imail, pusimos rumbo a la ciudad de Menfis. En esta antigua capital faraónica, ocupada por la actual Mit Rahina, se encuentra un museo con restos arqueológicos, entre los cuales el más conocido es una inmensa estatua de Ramses II. Se puede disfrutar también de un sin fin de estatuas, columnas, sarcófagos y una esfinge bastante bien conservada.

Tras nuestro primer encuentro con el antiguo imperio egipcio y sus colosales construcciones y grabados, partimos hacia el complejo de Dahshur, donde nos deleitamos con nuestras primeras pirámides. En primer lugar paramos frente a la gran pirámide roja, la tercera más grande de Egipto y la primera de paredes lisas contruida con éxito. Subimos por el sendero escalonado hacia su entrada, y penetramos en el interior de una de las construcciones más antiguas sobre la faz de la tierra que se conservan en pie, sólo superada por alguna de sus hermanas. La bajada fue larga y cansada, el interior oscuro y ligeramente claustrofóbico, y el olor a amoniaco aumentaba a medida que te adentrabas en el corazón de la pirámide. Pero allí estábamos, contemplando siglos de historia y compartiendo la misma habitación que sirvió de descanso y botín a personas que vivieron hace 4.600 años. Sólo pensarlo da escalofríos y te maravilla al mismo tiempo.

La ascensión fue incómoda de nuevo, pero había merecido la pena. Rodeamos el motivo de nuestra admiración y nos encontramos de cara con su antecesora, la pirámide truncada o romboidal. El intento fallido de Snefru por lograr una pirámide de paredes lisas le condujo a acabarla de este modo, al observar que la parte baja no aguantaría el peso si continuaba con esa proyección y obligarle a reducir su inclinación. Gracias a su ambición, podíamos ver ahora una curiosa anécdota arquitectónica, pero eso si, resuelta con éxito. Poco a poco fuimos siendo testigos de las mentes tan maravillosas que poblaban el Antiguo Egipto.

Tocaba despedirse, mirar por la ventanilla para seguir aprendiendo sobre la vida rural en los alrededores de El Cairo, y saludar a Saqqara, el complejo que posee la pirámide escalonada, el prototipo de todas las demás, la más antigua como tal. Imhotep, arquitecto, astrónomo, médico y sumo sacerdote (y más conocido, desgraciadamente, por su papel ficticio en "La Momia"), diseñó este modelo revolucionario para el rey Dyeser (Zoser), apilando hasta 6 mastabas de menor tamaño cada vez. Ocupamos el resto de la mañana paseando por las ruinas a su alrededor, el templo de entrada al complejo, muy bien conservado; multitud de templos dedicados a la coronación, ofrendas, etc.; otras pirámides menores como Unas, Sejemjet...; y los primeros "graffitis" de la historia.

Antes de irnos, repetimos la operación de bordear la pirámide, y bajamos de nuevo por la otra cara para las dos últimas visitas. Primero, nos adentramos en nuestra segunda pirámide, la de Teti, aunque esta vez se trataba de una pequeña construcción (en comparación con el resto) y fue un corto descenso. Una vez dentro, quedamos perplejos ante la cantidad de grabados perfectamente conservados que inundaban las paredes, coronadas con un techo de estrellas. Es imposible cansarse de ver estas cosas, y a pesar del calor, continuamos unos pocos metros para entrar en la mastaba de Kagemni, la tumba de un funcionario al servicio de Teti. Visualmente, fue la mejor parte hasta el momento. Las imágenes grabadas en la piedra desfilaban ante nuestros ojos, describiéndonos escenas de la vida cotidiana de aquella gente, y asombrándonos con los primeros restos de policromía conservada en los altorrelieves. Cuando descubres Egipto, te gustaría quedarte sentado o caminar lentamente contemplando cada grabado y su significado. Obviamente, esto es imposible para un turista, y el día de visitas había terminado, queda el consuelo de saber que es solamente el primer día.

De camino al hotel, hicimos un alto para comer en "La Cuisine", un restaurante tipo buffet demasiado turístico para nuestro gusto. Si no habéis contratado un viaje organizado pero tenéis guía, como en nuestro caso, intentad huir a toda costa de sus recomendaciones gastronómicas, al menos en lo que a la elección de restaurantes se refiere. Ellos se llevan una comisión por llevar turistas a los mismos, y además comen gratis. Si podéis evitarlo, informaros bien e intentad convencer siempre a vuestro guía de que os lleve a donde elijáis, o acabaréis la mayoría de días comiendo en este tipo de sitios y perdiéndoos otros mucho mejores y más típicos. La comida fue, por tanto, una decepción, y decepcionados con ella llegamos al hotel para descansar durante la tarde (creedme, es necesario).

Con siesta de por medio y fuerzas renovadas, salimos en dirección al centro de El Cairo para llevar a cabo el plan nocturno (eran cerca de las 19h, pero ya anochecía). Llegando prácticamente una hora antes, conseguimos colocarnos en los últimos asientos de un patio abierto, perteneciente a Wekalet el Ghouri. A las 20h aproximadamente, la música árabe inundo la sala, y unos hombres vestidos de blanco (uno de ellos con especial gracia), comenzaron a demostrar sus habilidades con los instrumentos. En un segundo acto, otro hombre vestido de verde comenzó su danza girando, y girando, y girando... Una media hora después seguía girando, y en cada cambio de fase durante su actuación, todos aplaudíamos atónitos. Según nos contó posteriormente Taha, nuestro contacto en El Cairo, simbolizaba una conversación con Alá, el ascenso para contactar con él, el sufrimiento por los arrepentimientos y la alegría tras conseguirlo. En Egipto en concreto, ha pasado a ser algo más popular, de ahí los colores de las vestimentas. Un tercer acto terminó de abrirnos las bocas y consolidó nuestra admiración por aquella gente (pero, ¿¿¿Cómo es posible que no se mareen???).

De nuevo, antes de encerrarnos en el hotel, nos aprovisionamos para cenar en las habitaciones. Cada uno obtuvo una ración del, supuestamente, mejor Koshari de El Cairo por 7 libras (menos de un euro) y sólo dos pudimos terminárnosla entera. Un tupper enorme de pasta con lentejas, garbanzos, cebolla, etc, con sus salsas por menos de un euro... Otra sorpresa para uno de los mejores días del viaje, al menos de los más completos sin duda. Y no había hecho más que empezar.
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  #5  
Antiguo 25-08-2010, 12:58:47
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Predeterminado

Excelente relato ¡Bravo!
__________________
Nefertari Merit en Mut
La Esposa Dulce de Amar hmt bnrt mswt. Aquella por la que el Sol Brilla
No estoy sola, después de todo, viviré eternamente…
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  #6  
Antiguo 25-08-2010, 16:23:07
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Navegando hacia Beni Hasan...
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Predeterminado

Ameno e informativo. Por favor, no pares...
  #7  
Antiguo 25-08-2010, 21:38:53
Avatar de netcheru
netcheru netcheru is offline Femenino
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Localízame en el mapa
Predeterminado

Coincido con mis compañeros !

Muy Bien !
__________________
el sol no se ha puesto aún por última vez...
  #8  
Antiguo 30-08-2010, 10:19:59
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Predeterminado

Bueno, me alegro mucho de que os esté gustando. Aquí os dejo el tercer día:

Diario de Viaje: Día 3. El Cairo y el Islam. Parque de Al-Azhar.

Cuando se realiza un viaje, sobre todo de este tipo, uno no debe centrarse exclusivamente en los monumentos, pese a ser en este caso el plato fuerte. Para disfrutar a más niveles de unas vacaciones, debemos intentar impregnarnos de todo lo que el lugar no...s ofrece, tanto de sus similitudes como de sus diferencias, aunque sobre todo de éstas últimas. Y para eso, la mejor opción es molestarse en conocer su cultura, sus tradiciones, su historia, su gastronomía... y aprender de todo ello. Pese a que no visitamos tantos sitios como teníamos previsto, el tercer día en El Cairo acabó siendo una interesante lección de historia y religión islámica en Egipto. Entre los arcos de sus mezquitas aprendimos un poco más sobre los pilares del Islam, y protegidos por las murallas de la ciudad, conocimos más sobre sus gobernantes, conflictos y anécdotas.

Con algo más de experiencia, estuvimos preparados casi a la hora indicada, y nos pusimos de nuevo en manos de Imeil para que nos condujese a nuestros destinos a salvo. El primero de ellos era la Mezquita de Ibn Tulun, la más grande de Egipto, y supuestamente la sexta más grande del mundo (hablamos de la extensión que ocupa en metros cuadrados). Para esta clase de visitas hay que tener algunas cosas en cuenta: El Islam prohíbe la entrada a las mujeres con el cabello descubierto, y también pretende evitar el contacto de la piel desnuda entre personas que no tengas lazos familiares o conyugales. Es indispensable, por lo tanto, llevar siempre pantalones largos en ambos casos, y manga larga sin escote o un par de pañuelos, pashminas o similares en el caso de las mujeres. Tampoco se puede entrar calzado, pues durante el rezo, los musulmanes tocan con la frente en el suelo varias veces, y obviamente no sería demasiado higiénico si todos arrastrásemos la porquería del exterior por toda la mezquita. Lo normal es descalzarse y dejar los zapatos a un caballero que se encuentra en la entrada, los cuidará a cambio de una propina; pero también puedes llevarlos en la mano o ponerte unas babuchas (fundas para los zapatos).

Era temprano y la mezquita estaba prácticamente vacía, salvo tres personas más y los encargados de la vigilancia y las babuchas. Atravesamos los muros exteriores y penetramos en el silencio. Un hombre sentado en el suelo nos colocó unas babuchas verdes a todos y pudimos caminar calzados y sin problema por las alfombras que cubrían el suelo. Ibn Tulun es una mezquita abierta, con un patio central enorme en cuyo centro se sitúa la fuente de las abluciones, utilizada para llevar a cabo el ritual de purificación previo al rezo, lavando algunas partes del cuerpo. Entre sus numerosos arcos, al fondo, encontramos el mihrab, una hornacina orientada hacia la meca a la que deben mirar los creyentes durante la oración. A su derecha se levantaba el minbar, a modo de púlpito elevado desde el que predica el imán u otro orador. Y en hilera, a lo largo de toda la pared, infinidad de ventanas, todas ellas con un motivo geométrico diferente al anterior. Salimos de nuevo para rodear la mezquita y acceder al minarete, un poco distinto de lo que se acostumbra a ver en la ciudad por contener ciertos atributos de fortaleza. 200 escalones después, pudimos disfrutar de las primeras panorámicas de la capital. Bajo su cielo difuminado por la contaminación, nacían bloques que se perdían en la distancia, surgiendo minaretes de entre ellos aquí y allá.

Nuestra siguiente cita era con las mezquitas vecinas de Al-Rifai y del Sultán Hassan, de las cuales sólo visitamos la primera, aunque aún no sé porqué. Al-Rifai es el lado opuesto a Ibn Tulun, una mezquita enorme, alta y cerrada (más similar a lo que serían nuestras catedrales). Nada más acercarnos fuimos conscientes de sus dimensiones, sus amplios arcos de entrada ocultaban techos policromados, primera pista de las maravillas que nos esperaban dentro. Esta vez dejamos los zapatos en la entrada, como siempre a cambio de una propina. Mientras nos contaban la historia del lugar, no podía dejar de mirar a todas partes, pero sobre todo hacia arriba. Los detalles y colores de sus techos y cúpulas hipnotizarían a cualquiera. Sólo el muro de la qibla (donde se encuentran el mihrab y el minbar) era por sí mismo un espectáculo. La mezquita fue construida en un principio como mausoleo familiar, y por ello encontramos numerosas tumbas en su interior. A la salida, pudimos apreciar un poco mejor a su vecina, la madraza del Sultán Hassan, similar en tamaño y apariencia, pero 600 años más antigua (queda pendiente para un posible retorno a Egipto).

Justo enfrente, en lo alto de una pequeña montaña, estaba la siguiente estación de nuestra ruta: La Ciudadela de Salah ad-Din. La fortaleza fue construida por Saladino en 1176, y entre sus muros encontramos palacios, pozos, mezquitas y museos, pero su principal atractivo es la mezquita de Muhammad Ali o de Alabastro, por el material en que se levantó. De nuevo, el tamaño forma un papel importante en lo que se refiere a la admiración. Asimismo, el alabastro le confiere distinción y evita un aspecto deteriorado. El procedimiento se repite, pero esta vez conservamos los zapatos en nuestro poder, lo que es un incordio a la hora de hacer fotos. Comenzamos por un patio abierto, con una fuente central completamente tallada y un toldo de colores; y un reloj de forja, viejo y discordante, regalo de Luis Felipe de Francia, en agradecimiento por el obelisco del templo de Luxor (actualmente en la Place de la Concorde en París). Alguien debería explicarle al caballero que permitió semejante cambio, que ofrecer un obelisco de más de 30 siglos de antigüedad es tener muy poco respeto por la cultura e historia de tu país, queda demostrado que se rieron de él al entregarle un reloj que nunca funcionó.

El interior nos deleitó con otra composición impresionante de formas y colores, pero en un espacio aún mayor. Bajo la inmensa lámpara, escuchamos como Ayman nos describía los cinco pilares del Islam: 1. La shahada (testimonio) o profesión de fe, el conocido “No hay más divinidad que Aláh y Mahoma es su profeta”; 2. La oración o salat, realizada cinco veces al día y siempre en dirección a la Meca, y en la que recitan versículos del Corán y se inclinan sucesivas veces; 3. La limosna obligatoria o azaque, en la que deben donar un porcentaje de sus riquezas siempre que superen una determinada cantidad; 4. El ayuno en el mes del Ramadán, cuya finalidad es sentir en la propia piel las carencias de los pobres; 5. La peregrinación a la Meca, al menos una vez en la vida siempre y cuando se tengan los medios económicos y las condiciones de salud necesarias. Y sabiendo un poco más sobre la religión musulmana, abandonamos Mohammad Alí para echar un rápido vistazo a su compañera, la Mezquita de al-Nasir, más discreta aunque no por ello carente de belleza. Abierta, con una gran cúpula verde y dos minaretes también poco habituales. Otro detalle que llama la atención es el techo de madera.

Llegamos a la que debería haber sido la siguiente visita, al-Azhar, peligrosamente cerca de la hora del rezo (sobre las 13h), en la que no es posible entrar. Nos vimos obligados a cambiar el orden y desplazarnos hacia el norte para llegar a la Puerta de la Conquista o Bab al Futuh, flanqueada por las antiguas murallas de El Cairo. El acceso a las mismas estaba cerrado, decidimos avanzar a lo largo de la calle, dejando momentáneamente al-Hakim a la izquierda y parar a refrescarnos en una pequeña barra que daba a la calle, donde nos sirvieron una bebida de caña de azúcar (no recuerdo el nombre). Paseamos por la misma calle haciendo tiempo hasta que terminase la oración, momentos en los que no tienes previsto visitar nada pero te encuentras con otros rincones escondidos no menos atractivos. De esta forma, fuimos observando a la poca gente que quedaba en la calle trabajando, una niña con una enorme bandeja llena de pan haciendo equilibrio sobre su cabeza, la pequeña mezquita de al-Aqmar, y terminamos en el Sabil-Kuttab of Katkhuda, un monumento que en su época tenía doble función, era una fuente para proveer a los lugareños (sabil) y una institución educativa para enseñar a los niños a leer y escribir (kuttab). La parte que quedaba si avanzábamos un poco más, era la misma que pudimos visitar el primer día por la noche, junto a otro par más de grandes mezquitas, nos acercamos a echar algunas fotos con luz (que dan otro matiz completamente distinto) y desanduvimos el camino.

De vuelta en la Mezquita de al-Hakim, terminado el salat, apreciamos con más detalle los minaretes más antiguos que se conservan en El Cairo. Es la segunda mezquita fatimí de mayor tamaño y, pese a datar del año 990 d.C., sus muchas remodelaciones le confieren un aspecto moderno. Quizá, esto es debido también a que se encuentra revestida en su mayoría de mármol blanco, a excepción de su fuente de abluciones, que resalta por dos motivos: el color del mármol rojo en que está fabricada, y su disposición no centrada en el patio interior. Tampoco podéis dejar de apreciar su mihrab, sencillo pero con inscripciones doradas que le confieren elegancia.

Regresamos al centro, en las inmediaciones de Khan el Khalili, para intentar por segunda vez entrar en la Mezquita de al-Azhar. Exteriormente, me resultó de las más seductoras, por todos los adornos, formas y colores. Cabe destacar que se trata del principal templo de culto chií, y que comparte edificio con la Universidad de al-Azhar, aunque su exclusividad radica en los minaretes, ya que posee tres completamente diferentes y muy próximos entre si, uno de los cuales, además, está coronado con una doble punta. El hambre empezaba a llamar a la puerta, y esa era nuestra última visita programada. A pocos metros de allí encontramos un GAD, un local de comida rápida egipcia, sana y natural, similar a los Kebab que encontramos en cada esquina madrileña. Eso si, más económico y con auténtica comida árabe. Pedimos Shawarma para todos y volvimos al hotel a saciar el apetito y a descansar... Toda la tarde (insisto, es necesario).

Una vez más, cerca del anochecer, dejamos atrás la seguridad de las habitaciones y nos embarcamos en otra aventura por las carreteras de El Cairo. Esta vez no disponíamos de transporte contratado, pero en El Cairo encontrar taxi es una de las cosas más sencillas del mundo, y no olvidéis que hablamos de la entrada de un hotel muy conocido. En un suspiro, y “pseudoregateando” el precio, ya disponíamos de coche y piloto. Un modelo muy antiguo, de alrededor de los 60, siempre en negro y lleno de baratijas colgadas en el retrovisor y pegadas sobre el salpicadero, con sus luces de neón en los asientos traseros y sus sonidos que emulaban sirenas de policía. Con el miedo a la forma de conducir aun no extinguido, Jimmy nos condujo cruzando la ciudad hasta el Parque de al-Azhar, regalándonos uno de lo mejores y más divertidos momentos de nuestro viaje. Chapurreando entre castellano, inglés y árabe, fuimos contándonos cosas durante el trayecto, los “No problem” cuando la tensión se manifestaba en el asfalto, el “javivi” (cariño) con el que se dirigía de vez en cuando a nosotros, y otras situaciones simpáticas se fueron sucediendo para demostrar que no es necesario hablar el mismo idioma para llevarse bien.

Jimmy optó por esperarnos durmiendo en su taxi durante las 2 horas y media que estuvimos en el parque. Al-Azhar es un buen lugar donde pasar una tarde-noche en Egipto, corre cierto aire fresco (o no tan cálido al menos) y tiene unas vistas estupendas de la capital; no suele haber mucha gente y, además, es de los pocos lugares donde encontrar vegetación en abundancia. Pasear se hace muy agradable, teniendo en cuenta la algarabía que suele haber en las calles. Cuando el hambre volvía a hacerse notar, empezamos a buscar un restaurante, el parque es grande y hay tres en distintos puntos del mismo. Elegimos el que tenía una terraza que asomaba a un pequeño lago, con más encanto, más barato, y sin duda el mejor en cuanto a ventilación, ya que corría una brisa que aliviaba bastante. La comida era excelente y convertía al lugar, una vez terminado el viaje, en uno de mis favoritos para cenar. Cuando dejamos el parque, Jimmy continuaba allí, tumbado en los asientos delanteros durmiendo, nos dio mucha lástima tener que despertarle, pero había que volver. El regreso no fue menos intenso, y si más largo, el tráfico había aumentado y los atascos se sucedían en cada cruce, pero de nuevo lo pasamos en grande. Nos despedimos del “javivi” con unas fotos en grupo y nos resguardamos en el hotel, nuestro último día en El Cairo estaba próximo y no era precisamente de los más relajados.
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