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Predeterminado Los Manuscritos de Nag Hammadi y el Corpus Hermeticum

Los Manuscritos de Nag Hammadi
y el Corpus Hermeticum


Hola nuevamente a todos, quería compartir con ustedes una información que sin lugar a dudas todos hemos oído alguna vez, pero raramente estamos conscientes de ella. Se trata de los Documentos de Nag Hammadi, y son una recopilación de textos gnósticos de carácter esotérico del siglo III y posiblemente IV. Hay algunos de estos documentos sin conexión aparente unos con otros por su tema, ante lo cual posiblemente se tratase de una biblioteca oculta de los monjes que vivían en el ascetismo en el primer monasterio cristiano de Tabennisi. Estos monjes, seguidores de la doctrina de San Pacomio y San Antonio, ocultaron tal vez dichos documentos cuando fueron declarados como herejes.

Dicha colección consta de 52 tratados gnósticos, una traducción parcial del griego al copto (todos los documentos fueron escritos en copto) de La República de Platón y tres apartados pertenecientes al Corpus Herméticum, de los cuales uno es el Diálogo de Hermes Trismegisto con su hijo Imhotep Asclepios.

Este es un documento excelente y lo podemos incluir sin lugar a dudas dentro del género literario de las profecías egipcias, muy a pesar de que esté como base de la literatura esotérica y ocultista moderna, sin embargo, su fecha de ejecución y sus temas son sin lugar a dudas enfocados a temas capitales de la antigua cultura egipcia.

Es notorio en esta obra ver la concepción del bien, el mal, el espíritu, en fin, una serie de cosas que nos atañen en el día a día a todos los seres humanos, pero especialmente su concepto del más allá. Estamos hablando en principio del más allá egipcio, sin embargo, nos estamos refiriendo a él en una época en la cual Egipto ya estaba transculturizado y muchas de sus ideas se habían distorsionado de su origen, sin embargo, esta concepción nos enfoca en un punto intermedio entre el antiguo paraíso egipcio y el paraíso cristiano. Es en apariencia el punto de partida del principio de las concepciones cristianas sobre la vida después de la muerte, una evidencia una vez más, no solamente de la contribución egipcia a la doctrina cristiana, sino también una sobrevivencia de Egipto en nuestros tiempos.

Puede verse también una forma rebuscada de explicar lo que podríamos considerar los conceptos platónicos de la reencarnación, de la eternidad del alma aunque el cuerpo sea mortal, y la perpetuidad del género, pero fíjense bien en el punto 5, donde reconoce la variación del género, claro que sin explicar que el género puede variar por eso de los cambios genéticos, ambientales, etc, pero evidentemente ya en esa época habían llegado a la concepción de que los géneros (las especies) podían tener variaciones y que unas eran anteriores a otras y que de unas derivaron otras; como también parece que quisiera explicar lo de la inexistencia de la generación espontánea, versión tan aceptada en la Edad Media. ¿Qué curioso, verdad?

En cuanto al género propiamente dicho se refiere, me hace acordar mucho a un tratado de biología, en el cual describe a grandes rasgos dos: el animal y el vegetal. Aunque en algo difiero ya que no estoy muy seguro que las plantas no puedan tener también alma… si no ¿qué es lo que las anima?

Pero como no pienso contárselos todo, les iré subiendo poco a poco extractos de dicho documento para que ustedes saquen sus propias conclusiones. Léanlo con cuidado y de a poco para poder interpretarlo en su justa medida.

Libro sagrado de Hermes Trismegisto dirigido a Asclepios.


1 ” - Dios, sí, Dios te trajo, ¡oh Asclepios!, a que asistieras a esta conversación Divina, que lo es con razón, porque de todas las que hasta ahora tuvimos o que a nosotros nos inspiró el númen Divino, esta aparecerá, por su escrupulosa piedad, como la más Divina. Que si te mostraras capaz de comprenderla, tu alma será colmada de todos los bienes - si es que en verdad hay muchos bienes y no Uno sólo, en el que están todas las cosas. Porque ambos términos son recíprocos, pues todas las cosas dependen de Uno y este Uno es todas las cosas. De tal manera están unidos uno al otro que es imposible separarlos. Pero entenderás ya estas cosas a lo largo de la exposición de nuestro discurso, si prestas diligente atención.

Ahora, oh Asclepios!, ve y llama a Toth, que no está muy lejos, para que él también asista.

Venido Toth, Asclepios propuso que también asistiera Amón. A lo que Trismegisto dijo: "No hay en mí animadversión alguna en su contra: antes bien recuerdo que a él le dirigí muchos de mis escritos, como lo hice también con Toth, hijo muy amado y querido, a quién consagré muchos tratados de la naturaleza, e innumerables exotéricos. Pero este tratado de hoy lo escribiré en tu nombre.

Luego de Amón, no llames a nadie más, no sea que un tema tan religioso y de tanta importancia sea profanado por la presencia e intervención de muchos. Es impío divulgar masivamente un asunto tan lleno de la entera majestad de Dios."

2 - Entrado Amón al santuario y lleno el santo lugar de la piedad de los cuatro varones y de la presencia Divina, embargados en venerable silencio, pendía el ánimo de todos de los labios de Hermes, cuando el Divino Cupido comenzó así:
- Oh Asclepios!, toda alma humana es inmortal, pero no todas lo son de la misma manera, difieren en el cómo y en el cuándo.

- Pero Trismegisto ¿no son todas las almas iguales?

- ¡Ay Asclepios, qué rápido dejaste el camino verdadero de la razón! ¿No dije ya que Todo es Uno y Uno es Todo, puesto que todas las cosas estaban en el Creador antes que las creara? Y no sin razón se dice que Él es todas las cosas pues todas son partes suyas. Tendrías que recordar siempre en toda esta discusión que Uno es el Todo, y El mismo, el Creador de todas las cosas.

Todo baja del Cielo a la tierra, al agua y al aire, y sólo el fuego, que va hacia arriba, vivifica, y lo que va hacia abajo a él se subordina.

Todo lo que de lo alto desciende es generador, y por el contrario lo que emana hacia arriba es nutriente. Solo la Tierra, que es propio sostén de sí misma, es receptáculo de todas las cosas, y restituidora de todas las especies que antes acogió. Esto es pues el Todo, como te recordarás, que contiene todas las cosas y es todas las cosas.

La Naturaleza contiene y envuelve al Alma y al Mundo, y los agita a fin de que, producidas las variadas cualidades de todas las múltiples figuras de todas las cosas, se reconozcan, por las diferencias, los infinitos aspectos de las especies, que sin embargo están unificadas de manera tal que finalmente se puede contemplar cómo el Todo es Uno, y cómo está compuesto de todas las cosas.

3 - Ahora bien, cuatro son los elementos de los que está formado el Mundo, a saber, fuego, agua, tierra, aire. Pero Uno es el Mundo, Una el Alma, Uno Dios.

Préstame ahora toda tu atención, cuanto pueda tu mente, cuanto valga tu astucia. Porque la razón de lo Divino, que se conoce por aplicación de la mente Divina, es semejante a un torrente que se precipita de lo alto con impetuosidad incontenible, de manera que, por la gran rapidez, se adelanta a nuestra percepción, no sólo de los que la están escuchando sino también de los que la enseñamos.

Prosigamos. El Cielo, Dios sensible, es quien administra todos los cuerpos, cuyo crecimiento y disminución dependen del Sol y de la Luna. Pero el Cielo, y la misma Alma y todas las cosas, Dios que las creó es el que las gobierna. Desde todos estos cuerpos celestes, gobernados por Dios mismo, emanan constantes influencias que se ejercen a través de la materia y del ser íntimo de todas las especies y de cada individuo en la general Naturaleza. La materia ha sido preparada por Dios para ser el receptáculo de las formas múltiples individuales, pero la Naturaleza conforma la materia en lo particular por medio de los cuatro elementos y conduce hasta el Cielo la totalidad de los seres que complacen las miradas de Dios.

4 - Todas las cosas pues que dependen de lo alto se dividen en formas individuales de la siguiente manera: Los individuos de cada género toman la forma del género, de manera que el género mantenga su uniformidad como totalidad, y el individuo sea una individualidad suya. No es así sin embargo en los dioses, en los cuales cada individuo es su propio género. Lo mismo ocurre en los dáimones (demonios). El género de los hombres, e igualmente el de las aves y el de todos los seres que contiene el Mundo engendra a los individuos dentro de su propia similitud. Hay otro género de seres vivos, género en verdad sin alma pero no carente de reacción, por donde mejora con los buenos tratos y decae y perece con los malos. Me refiero a todos los que viven de la integridad de sus raíces y ramas, y que abundan dispersos por toda la tierra.

Por su parte, el Cielo está lleno de dioses, cuyos géneros superiores habitan allí como individuos, los cuales, todos sin excepción, son inmortales. Por otro lado, los individuos son parte del género, como el hombre de la humanidad, de donde se sigue que, a pesar de que todos los géneros son inmortales, no todos los individuos lo son. Es que en el género de los dioses, el género y el individuo son inmortales, pero en los demás, el género sólo tiene la eternidad, porque aunque el individuo muera, se conserva gracias a la fecundidad de los nacimientos, y, en consecuencia, los individuos son mortales, de manera que los hombres son mortales, pero la humanidad es inmortal.

5 - Por otra parte, los individuos de todos los géneros se entremezclan con todos los géneros, unos porque fueron hechos antes, otros porque derivan de aquellos que fueron hechos. Y los seres que derivan lo hacen o a partir de los dioses, o de los dáimones o de los hombres. Es imposible que los cuerpos se formen sin el apoyo Divino, que los individuos se configuren sin ayuda de los dáimones, y lo seres sin alma que puedan plantarse y cultivarse sin los hombres. Por consiguiente si cualquier dáimon proveniente de su género a la individuación, se encontrare junto a algún individuo del género Divino, por causa de la proximidad y del comercio con éste, será considerado semejante a los dioses. En cambio los individuos de los dáimones que se mantuvieren en la cualidad de su género, a éstos los llamamos dáimones amantes de los hombres. Lo mismo ocurre con los hombres o aún más.

Múltiples y variados son los ejemplares humanos, y cada uno, proveniente y en comunicación con el género antes mencionado, entra en intensa comunicación con muchos individuos y, por necesidad, casi con todos. De tal manera que casi llega al estado de un Dios el que, por la Mente, por la que está unido a los dioses, se une a ellos por medio de la religión Divina; como a los dáimones el que a ellos unido está, y todos los demás individuos humanos se asemejarán al género de los individuos que frecuenten.

6 - ¡Oh Asclepios, qué gran maravilla es el hombre, un ser vivo digno de reverencia y de honor, que puede casi como traspasarse a la Naturaleza de un Dios, como si él mismo fuera un Dios! Conoce al género de los dáimones, pues sabe que con ellos tiene un origen común. Desprecia en sí lo que tiene de humano para pasar a entregarse a su otra parte Divina. ¡Oh, de qué mezcla privilegiada fue hecho el hombre! Unido a los dioses por la parte que tiene connatural con ellos, su propia parte terrenal desprecia en conciencia; los demás seres, a los que está necesariamente unido por disposición Divina, los abraza a sí por el lazo del amor. Alza al Cielo la mirada. Y así pues, está colocado en la feliz posición del mediador, a fin de que otorgue su amor a lo inferior a él, y sea amado por los superiores a él. Cultiva la tierra, se confunde con los elementos por la velocidad de la mente, desciende a las profundidades del mar por la penetración de su espíritu. Todo lo alcanza. El Cielo no le parece demasiado alto, pues la sagacidad le permite medirlo como si lo tuviera en la mano.

Ninguna bruma del aire obscurece la atención de su espíritu. La compacta tierra no detiene su labor, ni la inmensa profundidad de las aguas obstaculiza su mirada. Es, a la vez, todas las cosas, y está, a la vez, en todas partes.

Todos los géneros de seres vivos que tienen alma, poseen raíces que van desde arriba hacia abajo, los que en cambio no tienen alma, crecen de abajo hacia arriba expandiendo sus ramas desde las raíces. Algunos tienen dos tipos de alimentos, otros uno sólo. Dos son los alimentos, los del alma y los del cuerpo, ambas partes que forman el ser vivo. El alma se alimenta del movimiento del Cielo siempre cambiante. Los cuerpos crecen de lo que se toma del agua y de la tierra, los alimentos del mundo inferior. El Espíritu, que todo lo invade, entremezclado con todas las cosas a todas otorga vida, y agrega al hombre la mente en más del entendimiento o razón. Mente, quinta parte, sólo al hombre concedida, y que proviene del Éter, y, de esta manera, al hombre, sólo al hombre de entre todos los seres vivos, la Mente adorna y sostiene, eleva y exalta para que llegue al conocimiento del Nombre Divino.

Pero he sido llevado a hablar de la mente, cuya enseñanza, sublime y altísima y no inferior a la enseñanza sobre la misma Divinidad, os expondré de aquí a poco. Pero ahora continuaré terminando lo que empezamos.

7 - Os hablaba al comienzo del tema de la unión con los dioses, de la que sólo disfrutan los hombres por concesión de los dioses mismos - me refiero a aquellos que han alcanzado tal felicidad y don de percibir por la mente aquel Divino conocimiento del Nombre, Divinísima Mente que sólo en Dios existe y en el hombre.

- Pero la mente ¿no es la misma para todos los hombres?

- No todos los hombres, Asclepios, poseen la verdadera mente, sino que se dejan engañar por la fantasía arrastrados por la precipitación, sin nada confrontar con ninguna razón verdadera, fantasía que da origen a la maldad en las mentes, y transforma un magnífico ser vivo en una fiera y de costumbres propias de brutos. Pero de la Mente y de asuntos similares les daré explicación cuando también tratemos del Espíritu.

Pues bien, el hombre es el único ser vivo doble: una de sus partes es simple, la que los griegos nombran OUSIODES y que traducimos "figura de la semejanza Divina". Las otra parte es cuádruple, que los griegos llaman HYLIKON y nosotros "material", de la que está hecho el cuerpo, que envuelve a la otra parte que hemos llamado Divina rodeándola, y en la cual, protegida, como detrás del muro del cuerpo, reposa, sola consigo misma, la Divinidad de la intimidad pura del alma, y sus parientes, los sentidos de la mente.

- ¿Y qué necesidad hubo, oh Trismegisto, de poner al hombre en el mundo material y no en aquella parte, donde Dios habita, y que viva en la suprema felicidad?

- ¡Qué bien cuestionas, oh Asclepios! y rogamos al Dios que nos conceda la facultad de explicarte este tema. Como todas las cosas dependen de su Voluntad, tanto ella como las cosas que se refieren a la entera Sublimidad, son los asuntos cuya explicación buscamos”.


Por lo que podemos leer en los primeros renglones (párrafo 2) de este tratado, Asclepios (Esculapio), invoca no solamente a Toth, sino también a Amón, ante lo cual Trismegisto (Hermes), dice: “recuerdo que a él le dirigí muchos de mis escritos, como lo hice también con Toth”… ante lo cual, el tan discutido personaje de Hermes Trismegisto, se nos presenta como una persona la cual hizo tratados a los dioses entre los cuales menciona a Amón y a Toth. No entiendo entonces cual es la confusión que tienen en poner a Hermes como Toth, si él mismo da a entender que él es otra persona e incluso tienen nombres distintos.

Si bien la tradición Hermética asimila a Toth como Hermes (o viceversa), podemos ver de lo que se desprende en éstas líneas que eso está equivocado, por lo cual Hermes sería una persona, tal vez un sacerdote (divinizado posteriormente al igual que Asclepios) y no el mismo Dios como se propone.


Próximamente les subiré otra parte del texto.

Les dejo un link en el cual pueden consultar información del tema:

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