Foro Egipto: Viajar e Historia de Egipto  

contacta Unete Artículos Noticias Historia egipcia información al viajero

Retroceder   Foro Egipto: Viajar e Historia de Egipto > Foros de Egipto > Información al viajero
Inicio Registrarse NO ME ACLARO! Foreros Calendario Temas de Hoy Leídos

  FOROS   |   VIAJEROS    |    OPINIONES   |   EGIPTOLOGÍA    |   EGIPTOPEDIA    |   EGIPTOGUÍA   |    FOTOS  |   VIDEOS   |   BUSCAR  


Temas Similares
Tema Autor Foro Respuestas Último mensaje
Lago Nasser Viajes Egipto Información al viajero 93 27-08-2009 08:41:07
Lago Nasser RICARDO1980 Información al viajero 8 03-07-2008 21:55:54
Crucero lago Nasser. Kasr Ibrim, Eugenie o Nubian Sea grace Información al viajero 10 30-05-2008 10:23:38
¿Me aconsejáis el crucero por el Lago Nasser? massapa Información al viajero 8 02-04-2008 11:16:36
Cambio de motonave en el Nasser: de Nubian Sea a Prince Abbas Viajes Egipto Información al viajero 3 24-05-2007 21:09:03

Crear Nuevo Tema  Tema Cerrado
 
Herramientas Desplegado
  #1  
Antiguo 28-06-2008, 20:01:03
akenaton82 akenaton82 is offline
Navegando hacia Beni Hasan...
-Veces que he dado las gracias: 553
-Me han dado las gracias 335 veces en 121 mensajes
 


Predeterminado EL MAR DE NUBIA [Crucero por el lago Nasser a bordo del Prince Abbas]

Como nunca relaté mi viaje, tan sólo una narración y fotos sobre volar en globo en Luxor, he decidido colaborar con este foro, hablando de mi experiencia en el lago Nasser. No pretendo contar ni describir los diferentes templos que se visitan, puesto que ya se ha contado y explicado suficientemente aquí. Sin ir más lejos un forero legendario, Hammurabi, ya tuvo la deferencia de hacerlo es su estupendo relato , el cual aconsejo que leáis. Además, tenéis un fantástico hilo y grandes fotos sobre el lago Nasser, en este tema.


-----------------


Llegamos a Asuán procedentes de El Cairo prontísimo, por algo nos tuvimos que levantar a las dos de la madrugada. A las 7.30AM, ya estábamos arrastrándonos como sonámbulos por Philae, a las 9.15AM, tropezando por las rocas de granito rosa de la Cantera de Asuán, y a las 10.15 AM, en lo alto de “La Presa Alta”, preguntándonos para que demonios nos habían llevado allí. Es decir: tengo una indiscutible información EXIF de las fotos de mi cámara, que prueba que a las 10.30 AM de nuestro primer día en Aswan, nuestro casi siempre alabado receptivo galáctico había decidido que ya habíamos agotado todas las visitas que se pueden realizar en aquella maravillosa ciudad. El día era estupendo, cielo azul (azul del tipo Asuán), la temperatura en aquel mes de Febrero inmejorable, entre 18 y 20 grados; si no se tratase del desierto, diría que era un día absolutamente primaveral. Para celebrar tanta dicha, el receptivo nos llevó hasta nuestro barco en el lago Nasser, informándonos de que debíamos permanecer allí hasta que zarpásemos a la mañana siguiente. Llegamos al susodicho en nada. El barco estaba atracado en una especie de "tierra de nadie", mucho más inhóspita que el desierto que, días después, tanto disfrutaríamos. A un lado, el camino de tierra por el que llegamos, precariamente escavado entre unos montículos de escombros y –como no- basura. Sobre éstos, una garita en la que dormitaban los soldados encargados de velar por nuestra seguridad y de paso por “nuestra obediencia”. Al otro, la motonave Tania, y algunos barcos mercantes desvencijados agonizando en una terminal de carga. Sobre el horizonte las omnipresentes torres de Alta Tensión de Asuán, y a parte de eso, nada.

Como eran poco más de las 11.00 AM, nuestro barco aún no estaba listo para recibirnos; así que hicimos tiempo en el salón-bar hasta que nuestras habitaciones estuvieron listas y nos fueron asignadas. Luego bajamos al restaurante a comer. Teníamos incluida –especificada en el contrato- una visita opcional al Museo Nubio para esa tarde, junto la visita a Philae que también estaba prevista al atardecer. Nada de nada. Como Philae ya la habíamos “finiquitado” a primera hora del día, y nuestra seguridad impedía abandonar la nave, la gente decidió echar una (en verdad necesaria) siesta para recuperarnos del madrugón. Nos citamos en la cafetería para tomar el té de las cinco y charlar y conocernos un poco, puesto que aquel mismo día se completó con la llegad de una pareja en luna de miel, nuestro grupo de ocho personas.

Me desperté –con gran esfuerzo- algo más tarde de aquella hora, me dirigí corriendo al salón preparando una disculpa. Llegué allí y no había ni Dios: No sólo miembros de nuestro grupo, sino del resto de un pasaje, que se suponía que estaba completo. El guía desaparecido. Algún turista británico, y algún miembro de la tripulación afanándose en alistar la sala. Di unas cuantas vueltas por todas las cubiertas, intentando encontrar a algún ser vivo en aquel barco fantasma. Éste enseguida se me hizo pequeño y limitado. Calló la tarde, el sol se fue ocultando sobre los depósitos de combustible de la terminal de contenedores que teníamos a babor. Marco incomparable. Fue entonces, cuando me sorprendí a mi mismo, y me di cuenta de lo muchísimo que echaba de menos el caótico Cairo; esa ciudad que tanta pereza me daba antes de emprender mi viaje, y en la que quería pasar únicamente el tiempo rigurosamente necesario. Volví a mi camarote iluminado bajo aquella luz mortecina que teníamos en el techo. Encendí las lámparas de las mesitas en un vano intento por lograr que aquella cabina pareciese un lugar acogedor. Desolado, lamenté mi decisión de haber cambiado la extensión a Jordania por aquel crucero por el Nasser. Entonces recordé aquellos comentarios de algunos foreros, en los que se desaconsejaba el Nasser por ser tremendamente aburrido. Consciente de mi error, se me cayó el alma a los pies. Llegó la hora de la cena, bajé de nuevo al restaurante y por fin comenzó a aparecer el resto del pasaje. Comentamos entre nosotros, lo que habíamos oído al otro grupo de españoles, a los que les habían pedido que compartiesen sus camarotes con terceros, dado que se había generado una situación de overbooking. Mal rollo. A los guías de los diferentes grupos, les habían privado de sus camarotes para asignárselo a los viajeros. Los guías fueron hacinados en el gimnasio y en la biblioteca del barco. Dormían en una especie de camastros improvisados junto con sus compañeros. El nuestro estaba, justificadamente enfurecido –primero-, y humillado, triste y deprimido después.

Tras la cena, tomamos algo en el bar, un poco de conversación y dado que no había mucho más –ni ganas- que hablar, nos encerramos en nuestros camarotes. El barco tiene televisores, pero estos no sintonizan ningún canal retransmitido por el aire, sino que pasan una película por el circuito cerrado de T.V. Aquella noche emitían "Salvad al soldado Ryan". Estuve viendo un rato la carnicería de la playa de Omaha, la que sufrieron los aliados en las playas de Normandía. Después, harto de tanta desgracia, intenté conciliar el sueño, sin dejar de pensar en la descripción de mi viaje: 15 días/ 14 noches; 3 noches Cairo, 4 noches Nasser, 3 Noches Nilo, 1 noche Luxor y 3 noches Sharm…
Ni más ni menos que cuatro noches en el Nasser. Que alguien me venga a salvar; como al "soldado Ryan".


...probablemente, continuará…

Última edición por akenaton82 fecha: 29-06-2008 a las 16:24:44.
Esta persona le da gracias muy sinceramente a akenaton82 por esta buena aportación o artículo:
.
Advertisement
Advertisement Sponsored links

  #2  
Antiguo 28-06-2008, 23:30:11
Avatar de rossana
rossana rossana is offline
Amarrado por falta de viento...
-Veces que he dado las gracias: 31
-Me han dado las gracias 41 veces en 37 mensajes
 


Predeterminado

sabes? yo tambien hice el Lago Nasser, y yo lo recomiendo, es verdad q es muy tranquilo, pero yo viajando sola me sirvio de paz.. de verdaderamente disfrutarme y descansar.. desconectarme del mundo.. no celular.. no television... no internet... y que belleza de paisajes.. de atardeceres... es verdad que no hay tantas visitas como en el Nilo, pero combinarlo con el Nilo y Cairo cae perfecto. Sinceramente, si quieren unos dias de belleza.. convinados con verdadero descanso.. se los recomiendo!
Esta persona le da gracias muy sinceramente a rossana por esta buena aportación o artículo:
  #3  
Antiguo 29-06-2008, 17:20:30
akenaton82 akenaton82 is offline
Navegando hacia Beni Hasan...
-Veces que he dado las gracias: 553
-Me han dado las gracias 335 veces en 121 mensajes
 


Predeterminado Rumbo al Sur

El MS Prince Abbas (Movenpïck) es uno de los seis cruceros que actualmente realizan la travesía por el lago Nasser. Al igual que el Nubian Sea se ofrece bajo la categoría 5* Lujo. Por encima de ellos, están el Eugene y el Kars Ibrim. El Prince Abbas es una motonave muy distinta a las que recorren el Nilo de Asuán a Luxor. Sus camarotes no se abren a un pasillo interior sino que tienen la puerta situada directamente en la cubierta exterior. Esto posibilita que uno pueda rodear el barco en cualquiera de sus niveles. Esta configuración hace que desde el exterior, el barco resulte mucho más atractivo. Sin embargo resta algo de privacidad, y origina que -a veces- se perciba un poco de “jaleo” por parte de tripulación y pasaje. Aún así, esta disposición me gusta mucho.


Los camarotes son bastante amplios para tratarse de un barco. No así los cuartos de baño, carentes de ventanas y un poco agobiantes. Pero uno se acostumbra rápido a ellos. La decoración y mobiliario son austeros, casi monacales. Al principio no se puede evitar percibir una sensación un tanto desangelada. Las paredes son grises, como las salas de un hospital. El suelo de nuestro camarote, estaba peculiarmente “ondulado”; con una moqueta de un color al que todavía no se le a dado nombre. El armario y la nevera estaban un tanto desvencijados. Sin embargo, todo funcionaba perfectamente, salvo el extractor del baño, que además de no ser muy efectivo emitía un ruido “carraca” bastante molesto. Pasadas unas horas de la impresión inicial, ésta mejora ostensiblemente. Con el tiempo, esa espartana decoración, propicia darte cuenta de que tienes todo lo que necesitas; de hecho, al segundo día ya te encuentras como en casa. Seguro que hay motonaves más lujosas y completas, (tal y como comprobamos en el Nilo), pero al trascurrir del tiempo, reconoces que los lujos siempre son accesorios. Las dependencias comunes están bien, son funcionales y adecuadas, aunque jamás ganarán un premio de diseño ni interiorismo. El “salón-discoteca-cafetería-sala polivalente”, situado en la penúltima cubierta, tiene una decoración algo rancia, casi de los años setenta. Está en buen estado, pero su estilo la hace parecer más vieja. Supongo que dentro de algunos años, ese “vieja”, se convertirá en un “clásica”. El comedor está situado en la cubierta inferior. Tanto es así, que si hay mucho oleaje, como el que tuvo lugar durante nuestra singladura, las ventanas se sumergen parcialmente bajo las olas. De hecho el suelo del restaurante está situado más de un metro por debajo de la línea de flotación. El efecto no resulta en absoluto inquietante; personalmente a mí me pareció muy bonito. Del resto de dependencias comunes, poco puedo decir, puesto que habían sido habilitadas como improvisado dormitorio de guías, caso del gimnasio y la biblioteca; o bien se encontraban cerradas a cal y canto, como era el caso de una especie de Grill-Bar situado a popa. Así que nuestra vida forzosamente tuvo que transcurrir entre nuestros camarotes, la cafetería, ocasionalmente la recepción desde donde desembarcábamos para las excursiones, y por supuesto la cubierta superior.


A la cubierta superior se puede llegar por cualquiera de las múltiples escaleras de acceso exterior. Toda la cubierta está solada en madera, lo que le da al buque el aspecto cálido y acogedor del que carecen, en la impresión inicial, las cabinas. Resultaba muy agradable salir del camarote -el cual tenía una ventana más bien pequeña- al pasillo con la barandilla que nos separaba del lago Nasser. La sensación de luz e inmensidad era extraordinaria.


Una de mis partes favoritas era la cubierta superior. Dejando al margen el área de la piscina, que nadie osó utilizar bajo aquel frío viento de Febrero, la cubierta se extendía por la mayor parte de la zona superior del barco. Sombreada por toldos de lona casi en su totalidad, reservaba un área a proa como solarium. Esta zona también era un excelente lugar para contemplar la vasta extensión del lago por el que navegábamos.
En la siguiente foto, se puede ver una composición panorámica de toda la cubierta superior, tomada desde un punto cercano a proa. No olvidéis permitir cargar completamente la página en vuestro navegador, para poder hacer clic en la foto y que esta se amplíe. Recordad que podéis recorrerla de “proa a popa” utilizando la barra de desplazamiento horizontal.


El segundo día a bordo comenzó cuando el ruido de la sala de máquinas nos despertó. Habíamos iniciado la ruta hasta nuestra primera “visita a templos”. Bajamos a desayunar. Mientras, el barco navegaba -paralelo a la Alta Presa- el breve trayecto que separaba el punto donde embarcamos el día anterior -y donde tan lastimosamente perdimos el tiempo- del Templo de Kalabsha. Tras el desayuno, mi pesimismo del día anterior se disipó. El barco, por fin parecía estar habitado, aunque aún parecía increíble que tuviese aforo completo. El día era radiante, azul Asuán, y la luz lateral de la mañana resultaba muy agradable. Era aún temprano, cuando descendimos a las lanchas que nos habrían de aproximar a la isla donde estaban situados los templos. Pronto olvidé el cabreo del día anterior.

Tras completar la visita a los templos, nuestro grupo regresó a la motonave entre risas y bromas. Lo cual, en sí, está muy bien (...). Uno de los rasgos distintivos de los grupos de españoles, tan gregarios nosotros, es que recorremos estos lugares, alegres y ruidosos, pero casi siempre juntos: “en cuadrilla”. Nunca falta una animada conversación, un chiste, una broma al guía. Muy distintos a los viajeros británicos, que tras escuchar atentamente las explicaciones de sus guías, no dudan en dispersarse por el lugar; lo observan todo con atención y como si se lo quisiesen aprender, abstrayéndose de todo lo demás. Yo les miraba y me daba la impresión de que a pesar de viajar en grupos, eran viajeros solitarios. Se ignoraban entre sí como si no fuesen capaces de verse los unos a los otros. Deambulaban con la mirada fija en cada ruina. A veces parecían sumirse en una especie de trance, como intentando escuchar las historias de las que fueron testigos todas aquellas piedras. Mientras tanto, nosotros probábamos mil y una combinaciones de fotos de nosotros mismos y con el resto de integrantes de nuestro grupo, como si estuviésemos en la típica sesión fotográfica a la salida de una boda. Admiro esa capacidad de aquellos viajeros por apreciar los monumentos como algo más que un telón de fondo para una foto. Creo que a veces, sin darnos cuenta, nos estamos perdiendo algo. No estaría nada mal ponerse un “poco británico” en ciertas ocasiones.


Regresamos a “nuestro” barco. Y digo “nuestro”, porque ya me parecía muy diferente a aquél que conocimos el día anterior. El buque puso rumbo al Sur, y a los pocos minutos navegaba inesperadamente rápido, lleno de energía y aplomo. Los coletazos de la tormenta que había azotado la ciudad de El Cairo la noche anterior, y que había ocasionado algunas inundaciones, llegaban a aquella región en forma de un viento frío e intenso. Las aguas del lago estaban algo más que rizadas. A mí, todo aquello me resultaba “muy marinero”. Cuando nos alejábamos de Asuán, me dio la sensación de alejarme del continente, de comenzar a surcar la Mar Océana; casi como si iniciásemos una ruta trasatlántica. Sin embargo me faltaba algo para completar el hechizo. Tardé minutos en averiguar de qué se trataba. No había gaviotas persiguiéndonos por la estela que dejábamos atrás. Tampoco se podía percibir en el aire, el característico olor del salitre del mar.


Algunos rincones de la cubierta superior disponían de una especie de “salas de estar”, sumamente acogedoras. En vez de paredes, “grandes ventanales invisibles” ofrecían una vista increíble sobre el Lago Nasser. Ese que parece que apenas cambia, pero que siempre sorprende cada vez apartas un instante la vista de él.

[

Ni que decir tiene que pasamos buena parte del tiempo allí. Aunque no todo el que debiéramos. Nuestro grupo, como buenos “españolitos”, teníamos una cierta tendencia por hacer del bar nuestro segundo hogar. El viento -que aunque algo frío, era perfectamente soportable con algo más de ropa que una camiseta de manga corta- nos servía de excusa perfecta para buscar refugio en el bar, alrededor de un cenicero.
Así transcurrió el resto de la jornada. Entre risas y chistes. Ocasionalmente, alguien relataba una anécdota de otro viaje realizado. Anécdota que podría haber ocurrido en cualquier sitio, incluso en el portal de su casa. Mientras tanto, el buque navegaba entre gigantescas boyas amarillas que delimitaban -lo que probablemente fue, hasta cuarenta años atrás- el milenario lecho del Nilo. Se había consumido casi la totalidad del día, cuando nos dimos cuenta, de que nos habíamos quedado prácticamente solos. A proa, muchos miembros del pasaje se recortaban contra un sol que en breve habría de ocultarse. Salimos para contemplar el ocaso.
Qué decir. Grandioso. Aunque no me esperaba menos, pues ya había leído mucho en este foro sobre los atardeceres en el Nasser. Pero lo que me sorprendió, fue ver la inmensa extensión de agua que nos separaba de las montañas, que a duras penas se distinguían sobre el horizonte. Sin duda aquello en absoluto era el Lago Nasser, era el Mar de Nubia.


No eran ni las cinco y media cuando el sol se puso. Poco después apareció, por el lado opuesto, una luna -casi llena- que fue recibida con entusiasmo por la mayoría, pero que yo temí que me privaría de una de las escenas más anheladas de mi viaje: el legendario cielo estrellado de Nubia. Y así fue.

Continuamos navegando unas horas más, cenamos y volvimos de nuevo al bar. Las voces y comentarios de parte del pasaje nos avisaron de que el barco se había detenido. Salimos a cubierta. A babor, una luna prácticamente redonda se alzaba muy por encima del horizonte, destellando su reflejo sobre unas aguas, que por fin parecían remansarse. A estribor, la muchedumbre se arremolinaba señalando algo con sus linternas. Al acercarnos nos dimos cuenta que estaban realizando las operaciones de amarre a un islote. Islote que estaba lleno de… gatos.


...habrá más, quizá...
Estas 5 personas dan gracias muy sinceramente a akenaton82 por esta buena aportación o artículo:
  #4  
Antiguo 30-06-2008, 08:40:32
akenaton82 akenaton82 is offline
Navegando hacia Beni Hasan...
-Veces que he dado las gracias: 553
-Me han dado las gracias 335 veces en 121 mensajes
 


Predeterminado El cielo protector

Al siguiente día me levanté realmente inspirado. Para empezar, tuve la grandísima idea de forzarme a mí mismo de abandonar aquella cama que me engullía, y echándome encima cualquier cosa, salir a cubierta para ver el amanecer. Eran poco más de las seis de la mañana. Me asomé al quicio de la puerta tímidamente, temeroso de que cualquier miembro de la tripulación -que hacía rato que “corrían por cubierta”- inquiriese por qué estaba allí, cuando aún ni siquiera se había producido la “diana” oficial. Nada más acercarme a la barandilla, supe que aquel día iba e ser genial. Frente a mí, se hallaba fondeado el Nubian Sea, el barco que desde entonces sería nuestro compañero. La luz de la mañana lo iluminaba en tonos dorados de una pureza, como sólo allí es posible. Tras él, montañas y colinas refulgían en rojos incandescentes, que contrastaban con el turbio azul de aguas y cielo. Volví al camarote a por mi cámara. No fue posible. La luz era insuficiente como para evitar el borrón. Elevé la sensibilidad del sensor, asumiendo que la imagen, aunque degradada, bien valía el intento. Sin embargo tampoco era solución. Pensé en ir a mi camarote y buscar un mini-trípode de viaje; pero el continuo trajín de la tripulación por el suelo donde habría de posar la cámara, y la pereza de aquella mañana, me hizo desistir. Me dirigí entonces, hasta el otro flanco del barco, donde estaba el “islote de los gatos” al que amarramos la noche anterior. Gatos, no recuerdo si había, pero frente al sol del amanecer, decenas de halcones sobrevolaban el islote, a veces inmóviles en el viento, otras cayendo en picado sobre las rocas. Y como no, un par de docenas de inefables británicos contemplando el espectáculo desde hace rato. Ni un solo español, por supuesto. Permanecí allí embobado, observando las evoluciones de los parientes de Horus. Se diría que habían venido homenajear a Ra, que sobre las montañas, era testigo de toda la escena. Poco a poco fueron marchándose. Tarde, me di cuenta de que aquello merecía una foto. Lo que se ve aquí abajo no tiene nada que ver con lo que sucedía en aquel momento. Pero menos es nada.


Regresé a mi camarote para la ducha, vestirme y todo eso. Desde la puerta mi volví a probar la escena que antes tuve que abandonar, ya no había rojos ígneos, pero al menos la luz había subido lo suficiente como para poder tomar una foto. Sé que no es más que una sombra de lo que quise fotografiar, pero al menos pude hacerme con esto.


Bajamos a desayunar y al poco fuimos convocados en las lanchas para acercarnos a tierra. Tras el desayuno, el viento había vuelto a arreciar, así que nos obligaron a ponernos los chalecos salvavidas, antes de iniciar la travesía. La idea era genial, porque en caso de volcar no moriríamos ahogados, sino devorados por los cocodrilos. En estos tiempos en los que se valora tanto ser noticia, una decisión como aquella de los chalecos, nos daba la posibilidad de catapultarnos hacia la fama en las páginas de sucesos. Hay que reconocer, que lo tenían organizado todo hasta el último detalle.
Cuando ya habíamos cubierto la cuarta parte del tramo a tierra, las olas zarandeaban la lancha más de lo esperado. Algunos, poco acostumbrados a asuntos náuticos, no pudieron evitar asustarse. Yo en cambio, disfrutaba como un niño. Ese moderado riesgo, allí en medio de aquella inmensidad, lejos de todo… no podía sentirme más feliz. Poco a poco nos fuimos acercando a la orilla donde se situaba el templo de Wadi El Seboua. Mientras completábamos el trayecto, multitud de bandadas de aves surcaban el cielo. De vez en cuando un contragolpe sobre una ola, llenaba la embarcación de agua calándonos enteros. Decidí guardar la cámara porque éstas no se suelen llevar bien con los deportes náuticos.


Llegamos a la orilla, donde no había ningún embarcadero, así que bajando por una tabla, tomamos posesión de aquellas tierras. Era curioso observar el temor de algunos viajeros, que evidentemente jamás se habían visto en semejante tesitura. Otros, por el contrario, despreciando la ayuda que les brindaban los tripulantes de la lancha, intentaban bajar por la tabla como queriendo dar a entender que eran viejos lobos de mar. Como la vida algunas veces es justa, nos regaló con la escena de ese supuesto curtido marinero, resbalando y cayendo en el palmo de agua que rodeaba el bote. Lástima que no tenga foto de ello, aunque posiblemente tampoco me hubiera atrevido.


Wadi El Seboua es un lugar curioso. Se ha dejado allí buena parte del material y maquinaria -más o menos pesada- de la que utilizaron para el “salvamento” de los templos. Así que el lugar, más que desierto, está desolado. Se supone que decidieron no llevarse aquellos restos porque suponía una complicación y un gasto excesivos. No acabo de entender muy bien el argumento. Viendo ciertas construcciones sin concluir, caminos a medio trazar, hileras de luces sin sentido, y las instalaciones eléctricas de los templos que no funcionaban… a mí todo aquello me sonaba a algo muy frecuente en el país: la dejadez. Pero como ya había sido prevenido de ello, no me molestó. Es más: todas aquellas grúas oxidadas, los camiones abandonados, las extrañas construcciones sin propósito aparente... le daban al paisaje un cierto aire como de desastre “post-nuclear”. Resultaban de lo más sugerente.


Agradecimos llegar hasta el interior del primer templo, el viento y la arena sobre nuestros rostros, comenzaba a ser un poco molesto. Los templos no tienen nada que ver, en dimensiones y espectacularidad, a los que se hallan en el Valle del Nilo. Pero quizá yo los disfruté más por su mágico emplazamiento y por la tranquilidad con la que se recorren. El desierto no sólo es bello, sino que confiere una fuerza a todas las cosas difícil de explicar. Compendí la necesidad de Bertolucci de llevar al cine la novela de Bowles. El desierto tiene algo que te hace sentir bien contigo mismo. Es un lugar que saca de ti quien realmente eres. Es algo muy especial.
De aquellos templos, aún sabiendo que habían sido desplazados de su emplazamiento original, podría pensarse que llevaban allí toda la vida. Por otra parte, costaba relacionarlos con la civilización egipcia, tan vinculada a las fértiles riveras del Nilo y a sus ciudades. Verlos allí, en medio de la nada y tan lejos de Tebas, hacía dudar de su propósito y autores.


Terminadas las explicaciones y fotos de rigor, llegó el turno de los guardas y las “backshees”. Unas veces con un pequeño cocodrilo al que habían ceñido en sus fauces un alambre insano. Otras, poniéndose un escorpión en los lugares más inesperados de la cara; previamente el guía ya se había encargado de tranquilizar al personal, explicando que al escorpión, le había sido amputada su uña venenosa. No soy muy partidario de este tipo de cosas. Pero suponen un ingreso extra para unas gentes que no creo que lleven una vida fácil. Así que todos colaboramos, e hicimos muestro papel.


Y como al fin y al cabo turistas somos, se nos presentó la oportunidad de cubrir el kilómetro que nos separaba del Templo de Dekka, a lomos de camello. Así que rápidamente se montó la caravana para quien quiso evitar ir andando. El camino sólo era de ida, puesto que la lancha no nos recogería donde la habíamos abandonado. De vez en cuando, se veían a los camelleros traer en cordadas sus animales de vuelta al primer templo, para así recoger el siguiente lote.


Si hay un lugar para montar en camello, no es ni en la meseta de Giza, ni en la excursión al poblado Nubio en Asuán. Es allí, en medio de la nada, donde la experiencia tiene más sentido. El entorno hace que casi te lo creas. Si hacéis clic en la siguiente foto, para que se amplíe, apreciaréis como la inmensidad del desierto se impone al pequeño grupo de turistas que, por la derecha, se dirigían hacia el Templo de Dekka.


El Lago Nasser es tan bello y misterioso como el desierto al que se impuso. Aunque en realidad la batalla terminó en tablas. Después de cuarenta años, aún es escasísima la vegetación –cuando la hay- que crece en sus márgenes. Cuántos años tuvieron que transcurrir para que el Nilo convirtiese su valle en el milagro de fertilidad que “todavía” es hoy. Las aguas del lago parecían estar muy altas, quizá en otras épocas, asomen en la orilla vegetación en aquel momento sumergida. Sin embargo, no he visto en las fotografías realizadas por otros compañeros foreros, que la situación difiriere mucho. Paradójicamente, el día anterior habíamos cruzado el Trópico de Cáncer, pero nada permitía pensar que aquello estuviese en “zona tropical”. Quizá más al Sur, cerca del vecino Sudán, las cosas fuesen diferentes.


Pero esa ausencia no molestaba, es más, hacían que el paisaje pareciese más honesto, más puro. La exuberancia, a veces, puede llegar a resultar cargante. Aún así, al asomarnos al promontorio donde habían situado el Templo de Dekka, una del lago había concedido una oportunidad a la vegetación. En las aguas someras, una docena larga de ibis picoteaban en la orilla. Quizá con el paso del tiempo, en las orillas del Mar de Nubia surja la vida tal y como lo hizo en el Valle del Nilo, miles de años atrás. Aunque viéndolo allí, cuesta creerlo.


Terminamos nuestra visita de aquella mañana en el greco-romano Templo de Moharraca. Algunas fotos más con los guardas y nos dirigimos al nuevo punto de embarque. Nos despedimos de aquel lugar.
¿Que faltó? Sin duda algo más de tiempo para –simplemente- estar allí. Sin hacer nada. Sin pensar en nada. Contemplando aquellas arenas y aquellas aguas, que en absoluto nos eran hostiles, sino todo lo contrario. Allí se podía sentir que, ninguna de las amenazas que a veces hostigan nuestras vidas a diario, estando allí, jamás podrían alcanzarnos. Era un lugar seguro. Merecía que no lo abandonásemos tan pronto.

No pudo ser, había que embarcar en la lancha que nos devolvería a nuestra motonave. No nos ofrecieron más tiempo en el desierto, pero al reembarcar la tripulación del Prince Abbas, nos recibió con un vaso de limonada riquísima.
Y eso tampoco está nada mal.




…aún no ha terminado…

Última edición por akenaton82 fecha: 30-06-2008 a las 08:53:55. Razón: +++correciones+++
Estas 11 personas dan gracias muy sinceramente a akenaton82 por esta buena aportación o artículo:
  #5  
Antiguo 30-06-2008, 18:37:27
Avatar de rossana
rossana rossana is offline
Amarrado por falta de viento...
-Veces que he dado las gracias: 31
-Me han dado las gracias 41 veces en 37 mensajes
 


Predeterminado

lindo tu relato... continua por favor...
Esta persona le da gracias muy sinceramente a rossana por esta buena aportación o artículo:
  #6  
Antiguo 30-06-2008, 22:25:35
akenaton82 akenaton82 is offline
Navegando hacia Beni Hasan...
-Veces que he dado las gracias: 553
-Me han dado las gracias 335 veces en 121 mensajes
 


Predeterminado Tierra de valientes

Además de limonada, el “pack de bienvenida” incluía toallas calientes -para refrescarnos de nuestra “agotadora” expedición a terra incognita- y una amplísima sonrisa, como sólo en Nubia te ofrecerán. Tardé en reparar en el nada desdeñable asunto de las sonrisas. Había hecho un tremendo esfuerzo económico –para mis posibilidades- para contratar aquel viaje. Las sonrisas, por fuerza, tenían que estar incluidas en el paquete turístico. Sin embargo, había algo en las sonrisas de la tripulación del MS Prince Abbas, que no me cuadraba. Dejando a un lado el espinoso tema de las propinas, con frecuencia me parecía que aquella gente no sonreía por cortesía, sino con sinceridad. Evidentemente esto es un delirio causado por “el estado vacacional” en el que nos hallábamos. Pero con el tiempo, y por una vez en la vida, acepté aquel espejismo como real. No sólo no dejaban asomar ni la más mínima sombra de todo el rencor que –por derecho- debieran sentir hacia nosotros. Lo asombroso, es que llegué a pensar que la tripulación realmente deseaba que fuésemos felices; al menos mientras estuviésemos allí, con ellos.
Tan misteriosa era aquella actitud, que bien merece que hablemos de la tripulación con más detalle. Si tuviese que dividir a ésta por rangos, establecería tres:

En primer lugar, los que “iban de bonito”. Camareros, Barman, Chef… Obviamente eran con los que más contacto establecíamos. Cada vez que te veían llegar, en una mirada te recibían como si fueses el amigo al que habían estado esperando toda la vida. Cierto es que las limitaciones idiomáticas, y sus propias obligaciones profesionales, hacían durar el hechizo apenas un minuto. Pero al igual que las buenas historias, aunque duraba poco, era intenso. Toda la intensidad y el poder de la sonrisa de un desconocido.

Luego estaban, “los fantasmas”. Los del Servicio de Habitaciones, Limpieza, Lavandería… esos a los que apenas se les ve, pero sí su trabajo (quien lo quiera ver, claro). Aprovechan a realizarlo cuando no hay nadie, como temiendo molestar. Me llamó especialmente la atención el chico que arreglaba nuestro camarote, tan distinto de los que luego conocimos en el Nilo. Mientras aquellos andaban controlando cuando entrábamos y salíamos para ver si caía una propina, éste no dudaba en interrumpir su trabajo y desvanecerse, cualquiera de las mil veces que yo lo entorpecía. Recordé la época - veinte años atrás- cuando yo trabajaba en un hotel de Londres haciendo labores similares. Dudo mucho que alguna vez esbozase ni una mueca de sonrisa como las que él tímidamente nos regalaba. Qué trabajo mas triste, más perro y además, nunca agradecido. Y aún así parecía desear que fuésemos felices.

En tercer lugar estaba la marinería, personal de seguridad, mantenimiento, sala de maquinas... Apenas teníamos relación con ellos, lógicamente. Sin embargo allí estaban. Vivían y trabajaban en un mundo paralelo al nuestro. Nos ayudaban a embarcar en las lanchas, nos llevaban en ellas de excursión, nos escoltaban por tierra… Eran hombres recios, sin las maneras ni delicadeza de los que iban “de bonito”. Aún así reflejaban en sus rostros una dignidad como sólo se tiene cuando conoces cual es tu deber y lo aceptas; no con resignación, sino con valentía. Hombres de aquellas tierras, capaces de sobrevivir a aquel lugar (y a nosotros, que tampoco somos mancos). Hacía falta valor…
Nunca me he sentido muy cómodo cerca de un tipo con metralleta, pero al igual que el resto de la tripulación, bien sabían cuando era el momento de esbozar una de aquellas sonrisas, y explicarnos -en un brevísimo gesto- que no nos preocupásemos, porque también deseaban que fuésemos felices.


Me olvidaba del capitán. Fui consciente de que en ese barco había uno, cuando la tarde anterior, el guía anunció que estábamos invitados a un cóctel ofrecido por quién gobernaba el barco y en el que nos sería presentada el resto de la tripulación. El guía nos pidió –que de poder ser- no acudiésemos con vaqueros, y vistiésemos lo más elegante que tuviésemos en nuestros equipajes.
Horror: todos mis pantalones eran vaqueros, ni siquiera había traído zapatos de vestir, y por supuesto, ninguna prenda del tipo smart casual que se sugería en el panel informativo de recepción. Se supone que hacía un viaje en que, -entre otras cosas- me iba a tirar Pirámide abajo y arrastrarme por las tumbas. Mi imprevista angustia encontró un poco de solidaridad, cuando otro de los miembros del grupo confesó que ni siquiera disponía de maquinilla de afeitar. Llegados al momento de las confidencias, otros compañeros hicieron saber que la ropa que vestían era la única que les quedaba limpia, ya que el resto la habían enviado a la lavandería. El guía se presentó ante nosotros trajeado, planchado, repeinado y atusado como un pincel. Mientras, nosotros ya nos hallábamos sumidos en pleno remake de “Rebelión a bordo”. Allí se oyeron cosas como las que expongo a continuación:

- a mi nadie me dijo nada…
- qué se han creído estos…
- tengo derecho a mi propia imagen…
- el dressing code es una costumbre, rancia, snob y clasista…
- si nosotros somos los clientes y pagamos, es absurdo que nos exijan nada…
- mejor se preocupasen por el overbooking, y las condiciones en las que tenían a los guías, en vez de dictarme lo que tengo que vestir…

En fin, creo que con esto os lo podéis imaginar la escena.

Así que recibimos al atónito guía en plan bolcheviques sublevados; el pobre no daba crédito. Nos fuimos a nuestros camarotes jurando que jamás daríamos un paso atrás. Cuando acudimos al acto, los chicos nos habíamos afeitado, y las chicas –siempre tan llenas de recursos- se las habían ingeniado para estar a la altura, y muy bien por cierto. En el fondo estaban encantadas.
Luego, cuando vimos el resto del panorama, nos dimos cuenta que nuestros temores habían sido exagerados. Casi todo el mundo permanecía con la misma indumentaria de aquel día, es decir: la de explorador de tierras indómitas. Fueron precisamente los que creyeron que iban acudir a una audiencia con la Reina de Inglaterra, los que llamaban la atención. Como un árbol de Navidad en medio de un garaje. Lo mejor de todo aquello, es que desde entonces, los miembros de mi grupo, nos conocíamos "un poquito mejor".

Por cierto, no me enteré de quién era el capitán. Una pena, porque tenía mucha curiosidad por conocerle. Alguien nos había dicho que era iletrado, un hombre rudo de aquella tierra, que jamás había navegado en el mar, y que ni siquiera tenía titulación oficial. Sin embargo, recordé algo que creo leí en este foro, donde se decía que ese capitán no era un experto en GPS ni radiobalizas. Pero sabía llevar el barco justo por encima del ya inexistente cauce del río, porque tenía edad suficiente como para haberlo conocido y navegado mucho antes de que se construyese la Presa Alta. Yo no sé qué hay de cierto en ello. Sin embargo, aún puedo recordarle maniobrando alrededor del islote de la Fortaleza de Kasr Ibrim. Lo hizo de un modo como ni siquiera los buques, que llevan hélices transversales a proa, saben hacer. Me da igual si nuestro capitán sabe leer, escribir o de si carece de titulación oficial. En un lugar como el Mar de Nubia, dependíamos de él y sus hombres, no hay más que mirar la foto de abajo, para comprender lo que quiero decir.


Y yo estaba de lo más tranquilo. No sólo eso; gracias a todos ellos, me sentía feliz.




si no aburro, continuará...

Última edición por akenaton82 fecha: 30-06-2008 a las 22:39:45.
Esta persona le da gracias muy sinceramente a akenaton82 por esta buena aportación o artículo:
  #7  
Antiguo 01-07-2008, 08:42:22
Avatar de Sekhmet * B
Sekhmet * B Sekhmet * B is offline Femenino
Amarrado por falta de viento...
-Veces que he dado las gracias: 46
-Me han dado las gracias 37 veces en 30 mensajes
 
Ubicación: Zaragoza, España


Localízame en el mapa
Predeterminado

Maravilloso relato, akenaton82.

Para mi, desde luego, aburrimiento ninguno
Esta persona le da gracias muy sinceramente a Sekhmet * B por esta buena aportación o artículo:
  #8  
Antiguo 01-07-2008, 10:50:14
mscris mscris is offline
Navegando hacia Beni Hasan...
-Veces que he dado las gracias: 22
-Me han dado las gracias 30 veces en 25 mensajes
 


Predeterminado

Yo tambien estube meditando la opcion de hacer lago nasser, la verdad es q todo el mundo me lo recomendaba pero al final me decidí por sharm. Yo creo que mi eleccion no fue mala, todo lo contrario, era mi luna de miel y mereciamos un pequeño descanso dentro de tanto trasiego. Para mi la experiencia de mar rojo fue increible y es un cambio total a lo q has visto durante los dias anteriores, es otra marabilla de egipto.
Me encanta tu relato sobre mar de nubia, me gustaria q tambien nos contaras tu experiencia en sharm ¡¡¡porfa!!!
Esta persona le da gracias muy sinceramente a mscris por esta buena aportación o artículo:
  #9  
Antiguo 01-07-2008, 15:28:25
Avatar de Elwen
Elwen Elwen is offline
Navegando hacia Merimda...
-Veces que he dado las gracias: 12
-Me han dado las gracias 11 veces en 9 mensajes
 
Ubicación: Tenerife


Localízame en el mapa
Predeterminado

He buscado varias veces la manera de "dar las gracias" por ut fantástico relato pero aún no me aclaro con el foro. Así que sirva este mensaje para mostrar mi enorme agradecimiento por tan bella lectura. Espero que pronto continúes con el relato y nos ilustres tu viaje y experiencia al resto de los pobres que aún no hemos tenido la oportunidad

Gracias
Esta persona le da gracias muy sinceramente a Elwen por esta buena aportación o artículo:
  #10  
Antiguo 01-07-2008, 21:18:21
akenaton82 akenaton82 is offline
Navegando hacia Beni Hasan...
-Veces que he dado las gracias: 553
-Me han dado las gracias 335 veces en 121 mensajes
 


Post Corazones en la Atlántida

Tras las visitas de la mañana, subimos a la cubierta superior de nuestro barco. Cada uno ocupó el tiempo como le vino en gana; leyendo, los menos; charlando, los más; bebiendo en el bar, algunos… y otros simplemente nos dejamos caer sobre aquellas acogedoras tumbonas que se hallaban cerca de la barandilla. Habían sufrido algún retraso en la cocina, así que nos mantuvimos a la espera de ser avisados para bajar al restaurante. El espectáculo del mar ante mis ojos (sí, mar, he dicho bien) es de lo más gratificante. Contemplaba aquella abrumadora inmensidad, tan poderosa, que difícilmente podía creer que aquellas aguas no hubiesen estado siempre allí. Todo gracias a La Alta Presa de Asuán, una de las obras de ingeniería más colosales del siglo pasado. Sin embargo, admito que es una cuestión que mantiene mi corazón dividido. Cuando se finalizó, a principios de los años 70, proveía la energía eléctrica para cubrir las necesidades de la mitad del país, aunque ahora no llega al 11%. El guía nos dijo que Egipto tenía asegurado reservas de agua, para un mínimo de cinco años. Por otra parte, por fin se había dado carpetazo a las catastróficas inundaciones descontroladas que, en ocasiones, sobrepasaban los límites habituales de las milenarias crecidas de cada verano. Los ingenieros soviéticos de aquella época, que fueron quienes asumieron la dirección técnica de tal maravilla, no podían estar más orgullosos de sí mismos. Eran los años en los que nuestra raza, en una borrachera de soberbia y autocomplacencia, pensaba que no había fuerza natural que interpusiese resistencia a nuestra voluntad. Siempre habría un diseño nuevo, una técnica revolucionaria, un plan magistral... capaz de doblegar la naturaleza a nuestros deseos. A todo eso lo solíamos llamar desarrollo. Hoy, en los tour organizados por Egipto, es difícil escapar a la tediosa y prescindible visita a la que es considerada uno de los hitos del Egipto moderno. Sin embargo, se levantas voces (aún muy pocas, me temo) señalando que aquella filosofía estaba equivocada. Afirman que los elementos naturales, no hay que someterlos, sino comprenderlos. Entender su complejo funcionamiento y razón de ser, para así encontrar el modo de adaptarse a su naturaleza. Observándolos con humildad, con sabiduría; escuchando el testimonio ancestral de generaciones pasadas, que mucho mejor que nosotros, supieron temer y respetar el medio que les acogía.

Hoy sabemos, que el fecundo limo que durante miles de años ha fertilizado el Valle del Nilo, ya no puede llegar a él. Ahora, se ha hecho necesario el uso de fertilizantes químicos que al final, terminan contaminando río y acuíferos; acabando con especies, que el hombre -en su ignorancia- considera “inútiles” o no productivas. Se está rompiendo el equilibrio ecológico, sin darse cuenta del desastre que se les/nos echa encima. Al interrumpir la inundación anual del Nilo, el Mediterráneo avanza inexorable sobre el Delta, salando sus aguas, agostando los cultivos. El Delta del Nilo, desde tiempo inmemorial, ha constituido la región con mayor producción agrícola del país; la despensa de Egipto. Este incremento en los índices de concentración de sal, se está dando a lo largo de todo el curso. La rotura del equilibrio químico en los terrenos adyacentes a los márgenes, está ocasionando cambios en la composición química del subsuelo que yace bajo los monumentos. Éstos, se están deteriorando actualmente a una velocidad inusitada, a un ritmo que podía terminar bien pronto con su milenaria historia. El limo del río, se acumula ahora en los fondos del lago Nasser, disminuyendo su capacidad de embalsado e impidiendo el desarrollo de la vegetación subacuática. Se han introducido especies foráneas en un intento por convertir el lago en una gigantesca piscifactoría. Estas especies, al carecer de predadores naturales, han diezmado las variedades autóctonas. Los cocodrilos que infestan el Nasser, se reproducen de forma descontrolada. Ya no cazan, dado que encuentran en las redes de los pescadores del lago, un cómodo supermercado donde satisfacer su voracidad.

Por último la historia y los hombres. Cierto es, que en una desesperada operación de salvamento internacional, lograron desplazar algunos de los monumentos ubicados en aquella vasta región. Ahora se reconoce, que no se salvaron los más importantes, sino los que técnicamente eran viables. Se sabe y se intuye la existencia de auténticos tesoros sumergidos, los cuáles esperaron durante siglos a ser descubiertos. El nuevo lago ahogó para siempre cualquier oportunidad. Al igual que la de la línea de fortalezas que defendían los límites del Sur del imperio, y quién sabe cuantas ciudades. Maravillas que conservaban bajo la arena la memoria y el legado de una civilización que, a su manera, habían comprendido perfectamente que no se debía osar desafiar a los dioses del Nilo.

Quizá parte de esta sabiduría permanezca fragmentada entre la cultura y tradiciones de un pueblo como el Nubio, quienes fueron desterrados de sus asentamientos históricos con la construcción de la presa. Despojados de lo poco que tenían, fueron tratados como un escollo más de en la consecución de la gran obra. Víctimas trágicas de un supuesto desarrollo. Gentes del Alto Egipto, de quienes hoy en día los egipcios del Norte hacen protagonistas de los más humillantes chistes y parodias. Familias truncadas a las que jamás se les agradecerá su inmenso sacrificio, ni se reconocerá la eterna deuda que en realidad todos, muy pronto habrán de pagar.

En nada de esto repararon los técnicos soviéticos ni los dirigentes egipcios, cuando celebraban ufanos su osadía. Dicen, que al igual que los mares, los ríos siempre te acaban devolviendo todo lo que les arrojas. Aunque sea un montón de hormigón en forma de presa. Presa que hizo posible que aquella mañana contemplase aquellas aguas, intentando imaginar todo lo que se hallaba bajo ellas, ciudades apresadas en el fango, que ya ni siquiera podían dar testimonio de nuestra infinita estupidez. Aquel inmenso lago fue bautizado con el nombre del General que impulsó su construcción. A la mayor gloria de sí mismo.


Tengo una tendencia enfermiza por preocuparme por las cosas que ya no tienen remedio. Reconozco que esto me repatea, pero no lo puedo evitar. Así que allí estaba yo, evocando una civilización y un tiempo que jamás habría de volver. Intentando imaginar el día hipotético, en que de la noche a la mañana, desapareciese la Alta Presa. Elucubrando tonterías como ni me atrevo a relatar…
De repente, salió a cubierta el chico del bar; el de los enormes ojos oscuros y aquellas orejas tan graciosas. Ese quien parecía ser la personificación de una esfinge de los Faraones Negros de Meroe. Se acercó a mí y –rescatándome de mis estériles divagaciones- me comunicó que podía bajar a comer. Y luego me sonrío. Era nubio, claro.



...un eclipse se cierne sobre nuestras almas...

Última edición por akenaton82 fecha: 01-07-2008 a las 22:49:21. Razón: errores y más errores...
.
Advertisement
Advertisement Sponsored links

Crear Nuevo Tema  Tema Cerrado


Herramientas
Desplegado

Normas de Publicación
no Puedes crear nuevos temas
no Puedes responder a temas
no Puedes adjuntar archivos
no Puedes editar tus mensajes

El código vB está habilitado
Las caritas están habilitado
Código [IMG] está habilitado
Código HTML está deshabilitado
Saltar a Foro

VER FOROS   |   AYUDA A VIAJEROS    |    OPINIONES DE VIAJEROS   |   ANTIGUO EGIPTO    |   EGIPTOPEDIA     |   EGIPTOGUÍA   |     GALERÍA FOTOS


La franja horaria es GMT +1. Ahora son las 06:16:30.


Powered by: vBulletin
Derechos de Autor © 2010, Jelsoft Enterprises Ltd.
Egiptoforo.com ©
klipphp shelldizi izle
Ad Management by RedTyger