Después de haber considerado cronológicamente las famosas 10 plagas de la Biblia y aquellos dioses egipcios implicados en los dramáticos sucesos, nos podemos hacer una mejor idea del por qué los antiguos egipcios borrarían hasta la última letra que hiciera mención al pueblo israelita. Egipto había sufrido otras conquistas y derrotas a lo largo de su dilatada historia, pero parece que ninguna de aquellas calamidades les había escocido tanto como el duro enfrentamiento religioso con los hebreos. Aquello fue una píldora demasiado amarga para tragar. Sus creencias más sagradas fueron humilladas abiertamente; el príncipe heredero primogénito eliminado como si fuera alguien de ínfima importancia; su amor propio herido hasta lo más profundo. Pero la gota que colmaría el vaso sería el aniquilamiento del poderoso ejército egipcio y la muerte del propio faraón, de Menefta (?).
La famosa estela del faraón Menefta, más que la estela de la victoria es la estela del drama. Sí, porque si meditamos bien veremos que entre mentiras y medias verdades el faraón lo dejó todo inconcluso: ni los israelitas habían sido exterminados ni los filisteos habían recibido el golpe definitivo tal como seguramente se proponía el faraón. Da la impresión de que alguien escribió esta estela con el propósito de guardar las apariencias, de acallar voces o de tranquilizar esas voces que podían hacerse preguntas en cuanto a qué le había sucedido al faraón, en cuanto a dónde estaba el ejército, en cuanto a por qué no habían venido de vuelta los esclavos hebreos. Con nombrar algunas ciudades filisteas conquistadas, con decir que Israel había sido exterminado, alguien esperaba no tener que dar más explicaciones. Y con eso quisieron enterrar en el olvido la desgraciada relación con el pueblo de Israel.
Pero una ciencia que aparecería 35 siglos más tarde de los días del faraón Menefta iba a revolverlo todo otra vez, aunque conservando inevitablemente lagunas en el conocimiento: la egiptología. Las momias de algunos faraones fueron descubiertas durante el siglo XIX, entre ellas la momia del faraón Menefta. A partir de aquel momento se les hicieron estudios científicos con todo lo que la ciencia disponía en aquellos momentos, y aunque en lo que menos pensaban en aquel instante los científicos era en
buscar al faraón del éxodo, lo que ahora nos llama la atención son las lesiones que se le descubrieron al faraón Menefta. Todo indica que este faraón murió entre sus cincuenta y sesenta años de edad; las radiografías realizadas muestran claramente que tiene varias fracturas óseas en el antebrazo y hombreo derecho, solo en ese lado del cuerpo; pero en la parte izquierda del pecho se le apreció un gran hematoma. La pregunta es: ¿Cómo se hizo el faraón estas lesiones?. Algunos han opinado que estas lesiones se las pudo haber hecho en combate, pero no se sabe cómo, cuándo, y quiénes. Los antiguos egipcios no dejaron nada escrito al respecto como era habitual en ellos. Otros han dicho que estas lesiones se las debieron de producir los ladrones de tumbas, mientras buscaban entre las vendas amuletos de oro. Bueno, esto último pudiera ser, pero ¿cómo van a ocasionar los ladrones de tumbas un hematoma en un cadáver que ha sido disecado quién sabe cuánto tiempo atrás? Ante esta falta de información tiene cabida otra hipótesis: la de que Menefta fuera el faraón del éxodo, y fuera él el faraón que murió en el mar Rojo tal como indica el registro histórico de los hebreos. Vamos a ver cómo encajan las piezas.
Israel ha llegado al final del camino y se encuentra atrapado y sin salida. Por detrás ya llegan los egipcios. Entonces, entre ambos grupos, se comienza a formar una espesa neblina o nube, “la nube de Dios”, parece que era tan espesa que se podía cortar, no se veía absolutamente nada. Ahora los egipcios oyeron como en el otro lado comenzó a soplar un fuerte viento, una ventolera que se mantuvo activa hasta bien entrada la madrugada. Naturalmente no sabían lo que estaba sucediendo. Apenas comenzaba a amanecer cuando aquella espesísima nube comenzó a disiparse o a levantarse, y solo entonces vieron lo que estaba sucediendo: el mar estaba abierto en dos y el pueblo de Israel había cruzado por el camino anormalmente abierto y ya casi estaba en la otra orilla, 10 kilómetros más lejos. Solo podemos imaginarnos el estupor que sintieron todos los egipcios con su faraón al frente, pero como les empujaba su sed de venganza se lanzaron por en medio de las aguas sin pensar en el peligro de aquellas miles de toneladas de agua colocadas anormalmente a ambos lados. El enfurecido faraón Menefta (?) al frente de todos, como era la costumbre en aquellos tiempos. Posiblemente su ansia de correr más le llevaría a controlar las riendas de su carro, riendas que pudiera haberse sujetado a su muñeca derecha para dominarlas mejor. Entonces, cuando ya llevaban unos kilómetros corriendo por el lecho marino, se dieron cuenta de que algo extraño pasaba y los primeros quisieron dar la vuelta para regresar a la orilla, pero los que venían por detrás empujaron y se debió de formar un enorme atasco. Finalmente todos aquellos millones de litros de agua marina se desplomaron
buscando su posición natural (foto 1). Todos, pero en este caso el faraón Menefta (?), se vieron removidos violentamente como si estuvieran dentro de una enorme batidora eléctrica. Si el faraón llevada sujetas a su muñeca derecha las riendas del carro, él permaneció enganchado a su carro, y cuando carro y cuerpo comenzaron a ser removidos con mucha violencia, su hombro, el del faraón, comenzó a hacer las veces de bisagra y su cuerpo comenzó a adoptar posturas imposibles, por eso pudieran estar fracturados solo los huesos de ese lado del cuerpo. A continuación algo, alguno de los muchos carros egipcios que allí habían o alguna piedra del fondo marino, algo le golpeó fuertemente en el pecho, y no solo le ocasionaría el visible hematoma sino con toda seguridad una traumática parada cardíaca. Todos los demás se ahogaron o tuvieron un fin semejante al del faraón. Más tarde las aguas quedarían en calma, pero llenas de cadáveres egipcios que flotaban en la superficie. Las fuerzas egipcias que aquí murieron serían las de los carros y los de los caballos, los de a pié llegarían más tarde, cuando todo ya había sucedido. Solo tuvieron que
buscar el cadáver del faraón Menefta (foto 2), y cuando lo encontraron y sin saber qué era exactamente lo que lo había matado lo momificaron, celebraron los funerales, y escribieron la famosa estela de Menefta.
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Menefta se Encuentra con Su Destino
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