Young trabajó con la piedra Roseta e hizo algunos descubrimientos sobre los
jeroglíficos egipcios. Tal vez comprendió que no iba a deducir más aspectos y se retiró del trabajo, tras haber publicado en la Enciclopedia Británica de 1.819 sus hallazgos con las conclusiones.
El continuador de la obra de Young fue Champollion, aunque él mismo negó rotundamente que se hubiera basado en lo averiguado por investigadores anteriores.
Hay un libro que resume un poco su biografía:
Los lenguajes perdidos de P.E.Cleator, Ediciones Orbis 1986.
Por medio de su hermano viaja a Grenoble el año 1.801. Conoce allí al matemático Fourier, miembro de la expedición de Napoleón a Egipto, quien posee una colección de antigüedades egipcias. Al saber que no se conoce el sentido de la escritura egipcia, se supone que se propuso averiguar tal cosa. Se dedica al estudio de las tres escrituras egipcias desde joven y ya en 1.821, apenas después de la retirada de Young de escena, publica un trabajo sobre la escritura hierática, donde expresa que ésta y la jeroglífica tienen mucho en común y opina que son del tipo de ideogramas y no alfabéticas.
Aunque, un año despues redacta un Informe a la Academia con una tabla de signos fonéticos, defendiendo el significado alfabético de algunos cartuchos y descifrandolos.
Sus trabajos recibieron muchas críticas. No fueron apreciados en vida de Champollion. Hay quienes se opusieron a su tratado “Precisiones al sistema jeroglífico”, defendiendo que todo era un error y que los
jeroglíficos eran símbolos sagrados, que los cartuchos contenían fórmulas mágicas o que Champollion no había jugado limpio con sus fuentes.
En 1837, Lepsius le da la razón.Y en 1866, formando parte de una expedición alemana, encuentra una losa de piedra con el Decreto de Canopo, con la inscripción en las griego, geroglífico y demótico, igual que la piedra Rosseta.Este hallazgo le dará la razón a Champollion.