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Predeterminado Nanuet en Egipto (La Leyenda de Nanuet) y II

Nanuet en Egipto (La Leyenda de Nanuet) y II


Animados por el “éxito” de la visita al templo de Luxor, los papis de Nanuet se plantearon si podrían ir a Karnak al día siguiente:

- Yo creo que le gustará Karank, y no hay ninguna estatua descabezada, bueno si hay estatuas sin cabeza pero no son de Ramses, ni tienen la cabeza por allí, ni nada de eso –argumentó mamá.
- ¡Ya! Lo que ocurre es que no quieres irte sin visitar Karnak –se rió papá- aunque…. Si, yo también creo que la niña no tendrá ningún problema en esa visita, podemos llevarla en el cochecito, aunque visto lo visto quizá no lo necesite mucho. Y la verdad es que yo también quiero ir.
- (Jijijiji- se carcajeó mamá para sus adentros- desde luego si de esta no le pica el pato Sa es que ya no le picará nunca)

Nanuet los miraba con cara seria mientras agitaba el sistro de vez en cuando, se lo había bajado a la piscina del hotel donde, como otras veces, era el centro de atención de los huéspedes que allí se encontraban y, por supuesto, la consentida de todo el personal del hotel. La risueña niña parloteaba y la gente la miraba encantada, y le hacían guiños y cucamonas.

De pronto mamá estalló en una gran carcajada:

- ¿Qué pasa? ¿me he perdido algo? – preguntó papá algo mosca.
- No, es que toda esta gente se piensa que Nanuet les está hablando a ellos, no saben que está hablando con los dioses, con los faraones, con el Nilo, y hasta con la montaña tebana si me apuras- Y ambos papis se echaron a reír.



A la mañana siguiente tras el desayuno, se pusieron en marcha hacia el Recinto de Karnak. Nanuet había accedido a dejar el sistro guardado en la maleta porque sus papis la convencieron de que podia perderse, la verdad es que se estaban volviendo un poco locos con tanto tintineo y respiraron con alivio cuando lo guardó muy solemnemente en la maleta y luego vigiló que pusieran el candado, podia ser pequeña pero no tenía un pelo de tonta.

A la llegada a Karnak, mientras lo miraba todo con los ojos muy abiertos como de costumbre, la niña dejó que la bajasen de la van y la sentasen en su cochecito. Con las entradas en la mano se acercaron a los enormes pilonos de la entrada del Recinto, y los ojos de Nanuet alcanzaron su apertura máxima a la vista de la entrada a los dominios del Padre de Todos los Dioses.



Pasó la avenida de los carneros mirándolos con atención, de vez en cuando los saludaba con la mano y sonreía, como si las estatuas le estuvieran devolviendo el saludo de alguna forma que solo ella veía y oía. Cruzaron la entrada y se encontraron en el primer patio, la niña empezó a mirar a todos lados y a rebullir en el cochecito como parecía ser su costumbre en las visitas, de pronto fijó su vista en algo y comenzó a hacer gestos impacientes con la inequívoca intención de bajar al suelo. Papá la sacó del cochecito y, casi no había puesto los pies en tierra, cuando salió disparada voceando y saludando con la mano:

- ¡Tut, Tut, hola, hola! - Dijo mientras se plantaba delante de la muy deteriorada pequeña esfinge.

- ¿Tut? No me digas que ha reconocido a Tutmosis- dijo papá que seguía alucinando en colores
- No, a Tutmosis no, a Tutankhamon- respondió mamá muy seria.
- Pero ¿ese es Tutantakhamon? ¿Cómo sabe Nanuet que es el Faraón Niño?
- En realidad no se sabe a ciencia cierta a quien pertenece la esfinge, carece de cartuchos, aunque por sus características se da casi por seguro que es Tutan, y Nanuet lo sabe porque seguro que se lo ha dicho él ¡Ah! Y no le llames Faraón Niño que no le gusta.
- ¿Qué la esfinge le ha dicho a la niña quién es? ¿Qué no le gusta que le llamen….?- Farfulló papá con ojos redondos. Empezaba a pensar, bueno no, llevaba algún tiempo pensando que el calor les estaba afectando a todos, incluido el mismo que creía oír hablar a las estatuas y que cada vez le parecía menos disparatado…. Pero no, no, eso eran cosas de egiptolocos y el no lo era, porque no lo era ¿verdad?

Mientras tanto la niña había alzado la mano como si se dispusiera a tocar la esfinge, mamá se alarmó y dio un paso adelante para detenerla, pero no hubo necesidad, Nanuet no bajo su manita, en el aire hacia ademán de estar acariciando la esfinge mientras decía:

- Pobecito, pobecito Tut, tenes pupa- y seguía moviendo su mano en el aire acariciando una y otra vez la maltrecha representación del rey.



Por un momento sus padres temieron que ocurriera lo mismo que en el Ramesseum y la niña se llevase un disgusto y empezase a llorar, pero no pasó nada de eso. Al cabo de un rato comenzó a parlotear con la esfinge y se despidió mandándole besitos aéreos. Y entonces se volvió y les miró como diciendo “bueno ¿a que estamos esperando? sigamos” y se sentó en su cochecito muy formal.

Papá enfiló hacia la Sala Hipóstila haciendo lo posible por pasar rápido por las partes en que había piernas y otros restos de estatuas, no las tenía todas consigo de que en un momento dado la peque no se fuera a fijar en ellas y le diese la llorera, incluso estuvo dudoso porque tenían que pasar ante dos estatuas (de Ramsés) que tenían la cara bastante destrozada. Pero nada, Nanuet parecía escuchar alguna musiquilla y se mecía rítmicamente, eso además de saludar de vez en cuando como si se tratase de un presidente en su coche oficial.

Entraron en la Sala Hipóstila, y la niña volvió a abrir sus ojos al máximo (si, a este paso se le van a poner como a las princesas de Disney), se puso en pie en el coche y comenzó a mover la cabeza como si estuviera escuchando muchos sonidos, muchas voces a la vez (en realidad era lo que le estaba ocurriendo), luego alzó la vista y señalando a lo alto con su dedito exclamó:

- ¡¡¡¡Ooooooohhhhhhh!!!!!!- maravillada pese a su corta edad, por aquellas altas y bellas columnas que parecían un bosque de piedra, el bosque de la Casa de Amón.



Después de un rato contemplando las alturas, Nanuet empezó a rebullir de nuevo, movía la cabeza como si le llegase algún sonido y quisiera ver de dónde salía o quien lo estaba haciendo. Volvieron a ponerla en el suelo y, tras una primera duda mirando por entre las columnas arrancó a correr mientras saludaba y se reía muy contenta:

- ¡Hola Semet! No, no teno medo de ti. ¡Mu, To, Ta (estos eran Mut, Toth y Ptah claro está), Min, Hodus ¿ya no tas enfadao?, Motu…..-y así siguió correteando por toda la Sala mientras papá la seguía temiendo que se cayese o chocase contra alguna columna, cosa que no ocurrió por supuesto.

Y en un momento dado la niña se sentó en todo el medio y siguió hablando con los dioses, y el lugar se llenó de murmullos cuando estos la respondían, de sonidos de pasos, de risas contenidas…. Se llenó con la magia de Kemet para su pequeña hija. Mamá también escuchaba los sonidos, y un papá que cada vez se asombraba menos de según que cosas, también lo hacía.

- Que niña esta-comentó para disimular- primero corretea por toda la sala y de pronto se sienta ahí en medio.
- ¡Oh! En eso sale a su tita Nhefer-le dijo mamá
- ¿A su tita Nhefer?
- Si, ella suele hacerlo muchas veces-y volviéndose a mirar a su marido agregó riéndose-y hace cosas mucho mas raras.
- Me lo creo-respondió papá observado a Nanuet y pensando que mas raro que lo que estaba haciendo su peque en este viaje era difícil imaginarlo.

De pronto la niña se levantó de un salto haciendo dar un respingo a sus padres, y se puso a escuchar con atención, ellos también intentaron oír que es lo que le había sobresaltado.

- ¿Oyes algo Laura?
- Yo….creo….creo que oigo plumas
- ¿Plumas?
- Si, creo que suena como el roce de plumas moviéndose

Y como para corroborar tal apreciación, Nanuet, salió corriendo hacia un lado de la Sala mientras decía muy alto:

- ¡Pumas, pumas, es Món, es Món!

Y se paró en seco delante de…. Amón por supuesto. Allí estaba el dios como si la esperase, y ella intentó hacerle una reverencia, mamá que ya sabía en lo que solían terminar dichas reverencias, la sujetó por detrás y así evitó que terminase sentada en el suelo.

Y entonces….. Amón el Oculto abrió los brazos, en un gesto que podía interpretarse como indicación a la niña para que disfrutase de todos sus dominios, pero ella lo entendió de otra forma (sin duda la correcta) y abrió también sus bracitos y se unió al dios en una suerte de abrazo mientras las altas plumas producían un leve sonido y el dios le daba la bienvenida a sus dominios.



- ¡Amsés, Amsés! –llamó al faraón que se encontraba al lado del dios, pero no obtuvo respuesta- ¡Amsés, Amsés! ¡¡¡¡¡Hola!!!!- insistió, pero el faraón seguía mudo.

Nanuet lo miraba con extrañeza y con un amago de puchero en sus labios, a mamá también le resultó raro, pero si el gran faraón había reconocido a su niña, la había saludado y hablado con ella en Luxor ¿Por qué ahora no le hacía ni caso mientras Amón y Mut hablaban con ella? Se acercó un poco y miró mas detenidamente la escena, y entonces…. lo vio:

- Cariño no te contesta porque no es Ramsés, este es el papá de Ramsés, es Seti
- ¿Papá Amsés? – repitió, y pareció quedarse mas tranquila-¡Hola papá Seti!- le dijo al faraón muy sonriente, y entonces si, entonces Seti se volvió hacia ella y con una profunda voz, muy parecida a la de su hijo saludó a la peque:
- ¡Bienvenida a tu Tierra, pequeña hija de Kemet! Mi hijo me anunció tu visita y tu tita Nhefer antes que él. Me informaron que pertenecías a esta Tierra, y no se equivocaron. Ven, te llevaré con mi hijo.

Y Seti la tomó de la mano y juntos se dirigieron al otro lado de la Sala donde, efectivamente, se encontraba Ramsés acompañado por Amón que se había trasladado junto con Nanuet y Seti, y también estaba Toth. Nanuet estaba muy contenta e inmediatamente se puso a hablar con el rey y los dioses, los papis no entendían mucho, pero escuchaban, si escuchaban, los murmullos que habían vuelto de nuevo si es que en algún momento habían cesado.

- Laura la niña tiene algo en la mano, y creo que es un palo- murmuró papá cautelosamente
- ¡Oh! Es el cálamo de Toth, se lo ha prestado a la peque ¿pero porque se lo habrá……? ¡ah! Es para que anote su nombre en una de las hojas del Persea-exclamo mamá al borde de las lágrimas mientras veía como el dios guiaba la mano de la niña para que su nombre quedase registrado como el de la Hija de Kemet que era.



Lo siguiente fue un no parar de risas de la niña, sonidos de todo tipo, saludos, olor a incienso, reencuentros varios, incluso uno insospechado:

- ¡At, At!!!! -llamó en un momento Nanuet
- ¿Cómo que Hat? No tenía ni idea que hubiera aquí una representación de la faraón-comentó confundida mamá.

Pero no, no era la reina, bueno no era ella pero si estaba allí, estaba en su obelisco que la niña había vislumbrado por entre las columnas.



Hatshepsut agitó el flequillo de Nanuet, como solía hacer, y paseó a la niña por la base de su obelisco contándole la historia de este y de cómo Tutmosis lo había conservado en su afán por ocultarlo.

- ¡Tumosis malo!- exclamó indignada, y la cristalina risa de la reina resonó en el Recinto.

El tiempo había pasado volando, y todos empezaron a sentir el cansancio, Nanuet trepó a su cochecito y se dirigieron a la salida. Pero mamá … mamá maquinaba algo.

- Laura, Laura, te estoy hablando y no me haces caso-dijo papá mirándola- ¡Uhm! Estás tramando algo, esa cara que pones te delata.
- Es que…-comenzó dubitativa- como parece que la niña lo pasa muy bien y no se cansa… ¿y si volamos a Abu Simbel? Tenemos días suficientes y era una visita que teníamos en mente por si acaso.
- ¿Volar a Abu Simbel?
- Si, estoy segura que a Ramsés le encantaría que Nanuet le visitara en su templo y a Nefertari también, quiere mucho a mi niña-dijo con convicción.
- ¿Qué a Ramsés le ….? –empezó papá poniendo los ojos en blanco, pero luego miró a sus chicas y pensó “bueno ¿y porque no?” Y se encaminaron al hotel a descansar y trazar planes para la próxima visita, mientras atardecía en Tebas.



A la mañana siguiente pusieron rumbo al aeropuerto, iban un poco tristones porque ese iba a ser el último día que estuvieran en Egipto, habían barajado la posibilidad de hacer noche en Abu Simbel para ver el Luz y Sonido pero lo descartaron.

- Sería mucho para la niña y no creo que le gustase ni lo entendiese.
- Yo creo que lo peor sería cuando se muestra como desmontaron los templos ¿imaginas como se pondría si ve que le cortan la cara a los Colosos de Ramsés? Podría ser toda una tragedia por mucho que los haya visto enteros, es muy pequeña para comprender eso.

Así pues subieron al avión que los llevaría a su última visita de este viaje, de Abu Simbel volverían a casa vía Cairo. Nanuet iba entretenida con su camellito de peluche y varias cosas mas que le habían regalado los empleados del hotel cuando se despidieron de ella, el sistro habían conseguido que lo dejase en la bolsa “porque no dejan tenerlo en el avión” le explicó papá y otra vez ella no puso objeción.

Llegados al destino un autocar los trasladó hasta los templos, no había mucha gente cosa que encantó a los papis. Nanuet miraba todo y parecía esperar algo, parecía oír algo…. y en el momento en que llegaron frente a los templos corrió hacia allí:

- ¡¡¡¡¡Amsés, Amsés!!!!! -gritaba mientras se acercaba a toda la velocidad que le permitían sus piernitas perdiendo por el camino incluso su amado gorrete de exploradora.
- ¡Ay, ay, ay!!!! -dijo mamá poniendo cara de que se avecinaba algo gordo y no precisamente bueno.
- ¿Qué te ocurre? ¿Qué pasa ahora? No veo que la niña pueda caerse ni …
- El Coloso roto, me he olvidado completamente de que le faltaba el torso ¡y Nanuet lo va a ver! La que va a liar ¿Cómo se me ha podido pasar?- mamá se retorcía las manos mientras la niña llegaba veloz a los pies de los Colosos, la entrada del templo y … justo al lado de la parte caída de Ramsés.



Como siempre la niña saludó al Gran Faraón, aunque estaba un poco desconcertada porque, como había tres, no sabía a cual dirigirse. Al final tomó un poco de distancia y saludó a los tres Colosos al mismo tiempo:

- ¡¡¡¡Amses, Amses, Amses, holaaaaaaaa!!!!!!- mientras movía los bracitos como si fueran un aspa.

El faraón inclinó la cabeza al mismo tiempo en sus tres representaciones y … sonrió. De momento Nanuet no había reparado en el torso que estaba casi a su lado porque estaba muy ocupada mirando y hablando con todas las representaciones que estaban a sus pies, la reina, los hijos, las hijas..... Aunque en un momento dado se volvió hacia la parte caída.

- ¡Ay! Ahora sí que se lía-dijo mamá que no sabía que hacer, y papá se preparó para lo que podía avecinarse.

Pero no ocurrió nada, bien porque el torso del faraón está tan desgastado que no se reconoce lo que es, o porque cuando la niña empezó a fijarse el Coloso mas próximo a la entrada se inclinó y pareció decirle algo que la puso muy contenta porque empezó a palmotear mientras exclamaba:

- ¡¡¡Si, si, león, guera, si, si!!!- y se disponía a entrar en el templo
- ¿Y ahora que le pasa? - preguntó papá aunque estaba muy aliviado de que el temido estallido no se hubiera producido.

Mamá intentó indagar qué es lo que le había dicho Ramsés ¿lo que le había dicho Ramsés? Pues claro ¿alguien cree que a estas alturas cualquiera de los dos papis iba a poner en duda que a su hija le hablaban dioses, faraones, Nilo, montaña, o lo que fuera? Eso por no mencionar que ellos también habían oído…. lo que habían oído.

- Según parece el faraón le ha dicho que dentro le va a enseñar sus batallas, y que le va a presentar a su león de combate. Creo que lo ha hecho para distraerla y que no se fijase mucho en el Coloso roto- le dijo mamá .

Y dicho y hecho, en el interior del templo Nanuet disfrutó con las batallas, los carros, los soldados…. y claro, con el león, junto al que corrió al lado del carro del faraón rugiendo ambos como peligrosas fieras (o eso se pensaba ella)



También se unió a los hijos de Ramsés y desfiló a su lado, y luego al lado de las hijas que iban tocando los sistros y se unió a su procesión como una mas, los dioses con los que se encontraba la saludaban y ella les devolvía el saludo muy contenta, y cuando se encontró con la reina Nanuet empezó a parlotear muy rápido contándole algo que hizo reír un rato a Nefertari. Vamos que disfrutó el templo y todos y cada uno de sus habitantes disfrutaron con ella. Todo iba estupendamente, estaban terminando la visita y se disponían a salir para ir al de Nefertari, ya tenían a la vistas los pilares de Ramses y entonces….

- ¡Pero bueno! – exclamó mamá escandalizada. Y enseguida- ¡Nanuet, no!

Pero antes que pudiera sujetarla un pequeño bólido pasó por su lado y …. ¡plas! Nanuet empujó con todas sus fuerzas a la turista que estaba tocando los pies de una de las representaciones del faraón, con tanta fuerza que esta casi da con sus impresentables huesos en el suelo, mientras gritaba a pleno pulmón:

- ¡No, no, no, mala, mala, no toques, no toques! ¡Tita Nhefer, coeja, coeja! –y le pateaba los tobillos a la sorprendida individua.

Mamá llego a la carrera y la sujetó, y antes de que la tía tocona pudiera decir algo le espetó con voz gélida:

- Tiene suerte de que mi niña nos esté mirando, de lo contrario no sería necesario que Nhefer estuviera aquí, yo misma le daría collejas hasta que el desierto se quedase sin arena ¡so ignorante sobona!- Y le echó una mirada asesina mientras Nanuet seguía intentando soltarse y patearla de nuevo.

El jaleo atrajo al guarda del templo que, tras enterarse de que iba la historia, invitó a la tocona a salir del templo con no muy buenas maneras. Mientras el Gran Faraón movía la cabeza con aprobación y Nanuet sonreía satisfecha.



Tras esto se acercaron al templo de Nefertari al que Nanuet parecía tener mucha prisa por llegar, casi ni se paró a saludar a la reina y el faraón en sus representaciones de la fachada, ella quería ir al interior. Nada mas pasar la puerta Nanuet empezó a reír muy contenta y se puso a dar la vuelta saludando a todo dios (no es una frase hecha, es que saludaba a todos los dioses y diosas que encontraba) Y llegó al lado de Nefertari, entonces la Gran Esposa Real, tras responder a su saludo, sacó de entre los pliegues de su túnica un par de sistros empezó a agitarlos y a cantar.



Una por una todas las diosas se unieron a la melodía, tocaban diversos instrumentos o hacían palmas, también Nanuet, que agitaba su sistro, se unió a ellas, dejando a sus papis alucinados (si, una vez mas) pues no sabían de donde había salido el "chisme" (como lo llamaba papá irreverentemente), ya que lo tenían guardado en la bolsa para librarse de su sonido (como ya se ha contado) y ni lo habían sacado ni la peque lo había pedido. Pero ahí estaba, muy contenta siguiendo la melodía de la reina y las diosas, canturreando y haciendo sonar el sistro rítmicamente.

El ambiente se volvió mágico (si, la magia de nuevo), las voces, la música, el incienso…. si, porque en un momento determinado el templo se llenó con el humo y el olor del incienso, y fue cuando mamá se sentó en el suelo en mitad del pronaos ante la mirada atónita de su marido.

- ¿Qué?- dijo ante la mirada asombrada que le estaba echando él- tenía ganas de probar si de verdad se disfruta más sentándose en medio de según qué lugares, y así es. Te fundes con el sitio, toda la historia te rodea….. –Y sonriendo ante la cara cada vez mas asombrada de su marido le dijo mientras palmeaba el suelo a su lado- ¡Ven, compruébalo!



El lo dudó pero fue solo un segundo, se sentó a su lado y…. si, también lo sintió, toda la magia de Egipto envolviéndoles, algo indescriptible, algo que solo los que aman a Kemet, pueden sentir.

La música seguía, las canciones y las danzas continuaban, pero el tiempo parecía haberse detenido. En un momento Nanuet se sentó en las rodillas de mamá y cansada se quedó dormida. Los cánticos y la música fueron cesando, las diosas volvieron a su lugar y la reina volvió a quedar inmóvil, como si al cerrar los ojos la niña hubiera apagado la magia.



- Creo que deberíamos aprovechar que la peque se ha dormido para irnos – comentó papá mirando su reloj- Se nos está echando la hora encima y así le evitamos un disgusto.

Mamá estuvo de acuerdo, se levantó con cuidado y juntos salieron del templo. Fuera habían dejado el cochecito de la niña y la depositaron en él con mucho cuidado de no despertarla, pero parecía profundamente dormida y ni se inmutó. Despacio, con pena, abandonaron el recinto de los templos y se dirigieron a tomar el avión que los devolvería ¿a su casa?

Nanuet no se despertó ni cuando la sacaron del cochecito y subieron con ella en brazos al avión.

- Está rendida- dijo mamá mientras se acomodaba en el asiento.
- Como para no estarlo-murmuró papá.

El vuelo trascurría sin que la niña abriese los ojos, los papis terminaron amodorrándose, para ellos también había resultado un día intenso, en realidad todo el viaje había sido intenso, insólito …. mágico si, pero también las emociones terminan agotando. Pues bien, la tranquilidad se terminó justo cuando el avión estaba llegando a El Cairo. De repente Nanuet abrió unos ojos como platos, se lanzó a la ventanilla y comenzó a decir en voz muy alta:

- ¡Mamá, papá, mamá, papá! – mientras señalaba algo

Mamá se apresuró a mirar y papá intentó hacerse hueco para ver que es lo que causaba esa agitación de la, hasta hacia unos segundo, profundamente dormida niña.

- No puede ser ¿no estaba prohibido sobrevolar…..?-dijo confuso papá
- Si, si]- le atajó mamá- no se puede volar sobre la Meseta de Giza, no se pueden sobrevolar las pirámides
- Pero ¿entonces? – dijo un ojiplático papá.

Y entonces mamá lo entendió, entendió porque, fuera de toda lógica, estaban viendo esto por la ventanilla:



- Son los reyes de Tiempos Antiguos -dijo mamá al borde de las lágrimas- ellos quieren que Nanuet sepa que la esperan, que estarán ahí cuando vuelva. Nanuet tenía que verlos aunque fuera desde al aire.

Mamá terminó llorando a moco tendido, mientras la niña saludaba con su manita por la ventanilla y ponía aquella cara que papá denominaba de “escuchar cosas que los demás no oímos” aunque en este viaje él también había oído lo que nunca pensó escuchar.



Y este ha sido el relato de la primera visita de Nanuet a Kemet, la primera de muchas que vendrán porque una Hija de Kemet tiene que volver a su casa siempre que pueda, y porque:

“Que el que ha bebido una vez agua del Nilo aspire a volver a ver el Nilo, porque ninguna otra agua apagará su sed.



Copys Nhefer
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Nefertari Merit en Mut
La Esposa Dulce de Amar hmt bnrt mswt. Aquella por la que el Sol Brilla
No estoy sola, después de todo, viviré eternamente…
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