DENDERA - Wikimedia
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Recordemos que para las gentes del Alto y Bajo Egipto, la desaparición de sus últimos faraones ptolemaicos no afectará sus rutinas, obligaciones y penalidades. Tampoco en sus ritos religiosos .
La sustitución de los anteriores tiranos griegos, tan ajenos y distantes del pueblo llano, no trastorna la situación: simplemente se altera con la presencia constante y vigilante de la administración romana.
La efectiva tributación romana, asesorada por los anteriores funcionarios griegos y bajo el sometimiento de los sacerdotes egipcios, se establece en las principales ciudades, en sus puertos fluviales, en los tribunales de justicia, indagando en los archivos.
Roma se asienta hasta en las arenas, en los oasis, en destacamentos acantonados en nuevas fortalezas, dispuestas como defensas ante las tribus salvajes y de piel negra, que no acatan frontera impuesta ni autoridad ajena.
La administración romana libera gran parte de las propiedades religiosas a su favor. Re-ordena y ajusta la distribución de tierras a su propia red "clientelar": a los nuevos colonos, mayormente familias de soldados veteranos.
Construye sus míticas calzadas por donde patrullan correos y funcionarios estatales. Se facilita así la máxima agilidad para que la burocracia funcione y como corresponde a los planes de Roma: convertir Egipto en la provincia más productiva y estratégica ante la prometedora conquista del mercado de Oriente.
Aquél Mercado que persiguió el Gran Alejandro por tierra y ahora se alcanza por mar.