Hace unos meses el MNAC, el
Museo de Arte de Catalunya (os lo aconsejo si venís a Barcelona), ofreció unas visitas guiadas especiales a sus reservas que tuve el placer de realizar. En ellas a parte de poder ver como se conservan todas las obras que no están expuestas, nos explicaron como era el criterio museístico antiguamente y como es actualmente y que razones utilizan para exponer una obra o no.
Antes, un
museo era más importante cuantas más piezas tenia y las exponía todas, actualmente dan mucho espacio entre las piezas intentando no saturar al observador. Mientras escuchaba esta explicación pensé que la manera de hacer actual nos trataba como a tontos sin ser capaces de discernir que obras nos interesaban o no, mi ignorancia me hizo pensar que mi mente era capaz de escoger una obra entre muchas y no prestar atención a las demás y que era lo suficientemente inteligente como para decidir que mirar y que no mirar, hoy reconozco mi error.
Mi corazón latía fuerte y descontrolado, no sabía dónde mirar y una angustia me oprimía el pecho, había oído hablar del síndrome de Sthendhal, pero tampoco creía en ello, que tonterías que tiene la gente pensaba, pero de nuevo estaba equivocada y al final he de admitir que lo he sufrido y con gran intensidad por primera vez en el
Museo Egipcio de El Cairo y no ha sido la única durante mi reciente viaje.
No tenía suficiente tiempo, veía a mí alrededor tantas maravillas que solo tenía ganas de llorar de alegría y de ilusión de poder estar allí y a la vez de pena y rabia por no poder disfrutar más de ello y la verdad es que este podría ser el resumen de mí viaje a Kemet, quiero más, más tiempo y más horas para disfrutar de todo ello sin sentirme presionada.
Quiero explicaros una curiosidad, la madrugada del jueves 28 de ocubre, el día de mi excursión a Philae, la maldición de Tut me alcanzó de lleno, mientras soñaba que el viaje se había acabado y que nadie se había puesto enfermo, de golpe me levante y empecé a vomitar. Para que mi familia hiciera la visita, intente animarme y hacerla con ellos, así que arrastrándome como pude visité el obelisco inacabado, en la presa me quede en la furgoneta y finalmente crucé con la barca hasta llegar al
templo de Philae, pero allí, en la entrada entre las columnas les pedí que continuaran sin mí y sentada en el suelo me quedé intentando aguantar mientras un rayo me sacudía por dentro. No pude reprimime y acabe vomitando allí mientras, entre arcadas, pedía perdón a ISIS por aquel sacrilegio en su
templo, le decía que lo sentía mucho, que no se enfadara conmigo ya que no era una cosa voluntaria y que esperaba que me permitiera volver otra vez para disfrutar de su
templo.
Ayer llegamos y hoy he vuelto a mi vida normal, el coche estaba sin batería y he llamado al RACC para que me lo arrancarán, después de marcar el número, la voz que me ha contestado me ha dicho lo siguiente: “RACC asistencia, le atiende ISIS”… al oír el nombre he pensado que la diosa me comunicaba a su manera que estaba conmigo y que sí, que volvería a Philae más pronto o más tarde ya que ella me espera.
Por cierto, ¿hasta qué punto es normal que después de viajar 7 días en barco, al pararse uno siga meciéndose como si navegara aún? El Barco se paró el 31 de octubre a las 20 horas aproximadamente, 2 días después aún noto el vaivén… ¡que cosas más raras me pasan!
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