Gracias por la crónica, nos tenías en vilo (al menos a mí)... Un viaje en el modo el que lo estás realizando, más parece una misión a Marte que otra cosa.
Pero para la próxima vez: haz las cosas en el orden correcto; primero comer y luego transmitir... Si empiezas a descuidar las necesidades básicas, llegarás a Nuweiba en un estado similar al que yo lo hice a Sharm; no es agradable, de veras.
Aún recuerdo mi visita a la
mastaba 17 en mi segundo viaje (Agosto 09); salí rebozadito de tierra y sudor como un polvorón. Hay partes de mi cámara (la cual golpeé con contundencia contra todo) a las que todavía le quedan restos de la aventura. No cabe duda de que si la
mastaba 17 estuviese en cualquier lugar de Europa, el acceso a su interior sería impedido al público general con diecisiete cerrojos. Pero eso es lo que tiene Egipto, allí hacemos cosas que aquí ni siquiera nos plantearíamos. Es parte de su magia... después de todo, a pesar de la "irregularidad" de ciertas visitas, no tengo noticias de que alguna vez hayan habido incidentes.
Te sorprenderá Denderah. En el año y medio escaso que medió entre mi primera y segunda visita, me impresionó redescubrir las partes del techo recién restauradas. No he estado en Abydos, pero creo que Denderah exhibe con cierta fidelidad como era la policromía original de los
templos de la época faraónica.
Gracias de nuevo por contárnoslo. Te envidiamos un montón.
Toda la suerte del mundo
Yo quiero un teclado como ese de Luxor (al revés, en árabe y con teclas disfuncionales), quizá sería esa la manera de que me reconciliase de una vez por todas con la ingrata y traicionera informática...
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